• L'escorial 1989

    Les apparitions de Jésus et Marie à L'ESCORIAL
    1989

    7 janvier 1989

    - La Sainte Vierge :

    Mon cœur est aujourd’hui rempli de douleur. La situation du monde est grave, il s’enfonce de plus en plus dans l’iniquité en se laissant séduire par le roi du mensonge. Baise le sol en réparation de tant de péchés. Tous ceux qui n’observent pas les Commandements de Dieu ne seront pas sauvés. Ainsi le monde deviendra comme un désert. (Amparo pleure) Ceux qui se considèrent comme bons et fervents sont des tièdes. Ceux qui sont dans l’épreuve ne pratiquent pas la vertu d’espérance. Les pécheurs endurcis ne se corrigent pas, ni ne demandent pardon, mais tirent vanité de leurs péchés. Il viendra de grandes calamités sur la terre, sur la mer et dans les airs. Beaucoup de ceux qui se croient bons mourront avec les méchants. Regarde leur grand nombre ! Et cela par manque d’amour, les hommes font semblant de s’aimer.

    Ta souffrance sauvera un grand nombre d’âmes pour l’éternité. Ton cœur s’épuise peu à peu, mais ta douleur te vaudra de recevoir une belle récompense.

    Malheur aux pasteurs qui se sont donnés la puissance pour gouverner l’Eglise et qui changent les lois que le Christ y avait instituées. Ils n’obéissent pas au Vicaire du Christ et entraînent les âmes vers l’abîme. Malheur aux pécheurs qui ne veulent ni aimer, ni s’amender.

    Sois humble, aime de tout ton cœur, même si tu n’es pas aimée. Pense que Jésus fut vendu par un de ses proches. Ne sois pas triste : tu répares pour une pauvre âme. Que rien ne t’attriste, ma fille. Aime de toutes tes forces, de tout ton cœur jusqu’à en mourir. Pense que cet amour vient du Cœur de mon Fils. Répare pour les péchés de cette humanité endurcie qui n’aime pas et ne veut pas être aimée. Je répandrai des grâces spéciales sur tous ceux qui accourent en ce lieu.

    - Amparo :

    Ma Mère, je te prie de répandre tes grâces sur tous les foyers de la terre. Donne-leur l’occasion de se repentir, Toi qui es la Mère de Miséricorde, aie pitié.

    - La Sainte Vierge :

    Je suis la Mère de la Divine Justice, Je dois coopérer avec Elle. Je suis Corédemptrice avec le Christ, et en ces temps si graves, Il m’a placée comme une ancre de salut pour les âmes. Malheur si après tant d’avertissements et tant de grâces, elles ne se repentent pas et continuent à vivre dans l’hypocrisie. Leurs cœurs restent durs comme des blocs de glace et le Mien est douloureux. Je suis Marie Auxiliatrice, mais pour celui qui demande mon aide ! 
    Baise le sol pour mes âmes consacrées, continue de réparer. Beaucoup de prêtres et de fidèles sont revenus au bercail. Mes enfants, aimez l’Eglise. Respectez et aimez le Vicaire du Christ.

    Réfugie-toi dans mon Cœur. Je te donnerai des forces jusqu’à la fin pour surmonter les grandes épreuves qui t’attendent. Que ton cœur ne cesse de m’aimer comme l’enfant innocent aime sa mère. Cherche-moi quand tu es triste et angoissée. Je serai avec toi, que rien ne te tourmente. Aime de tout ton cœur et là-haut, quand tu arriveras, toutes les âmes que tu as sauvées par ta réparation t’accueilleront. L’amour viendra à la rencontre de l’amour !

    Regarde comme la porte est étroite, mais que c’est beau à l’intérieur. L’amour face à l’amour, quelle beauté ! Mais malheur aux âmes qui devant l’amour si puissant de Dieu sont restées sans amour.

    Obéissez aux dix commandements, sinon vous n’entrerez pas dans le royaume de Dieu. Il y a beaucoup de Caïn sur la terre, il y a aussi beaucoup de Samaritains, beaucoup de Judas… Mais pour te consoler, il y a beaucoup d’Abel, d’Abraham, de Madeleine repenties. Venez en ce lieu. Récitez le chapelet tous les jours. Grâce à cette prière, beaucoup d’âmes sont sauvées. Aimez mon Cœur et l’Eucharistie. Je suis aussi Mère de l’Eucharistie.

    Je vous bénis, mes enfants, comme le Père vous bénit, par le Fils et avec le Saint-Esprit.

    Au revoir, mes enfants, au revoir !
     
     

    MENSAJE DEL DÍA 7 DE ENERO 1989, PRIMER SÁBADO DE MES,
    EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)

         LA VIRGEN:

         Hija mía, hoy mi Corazón viene lleno de pena y de dolor, pues la situación del mundo es grave, hija mía.

         Los hombres se introducen cada día más en la iniquidad y se dejan conquistar por el rey de la mentira, hija mía.

         Empieza besando el suelo, en reparación de tantos pecados...

         Hoy el mensaje va a ser muy corto, hija mía. Lo tengo todo dicho: todo aquél que no cumpla con los mandamientos, no habrá salvación para él.

         Así quedará el mundo, hija mía, como en un desierto, pues los buenos, hija mía, que se llaman buenos y fervorosos, están tibios. Los atribulados, hija mía, en vez de tener esperanza, se desesperan.

         Todos los pecadores empedernidos, en vez de corregirse de sus vicios y pedir perdón, se enorgullecen y se engríen de sus pecados, hija mía.

         Vendrán grandes calamidades sobre la Tierra, sobre el mar y sobre el aire. Habrá muchos de los que se llaman buenos que morirán junto a los malos. Mira qué gran número, hija mía; y todo esto, hija mía, por falta de amor. Los hombres no se aman, sus corazones fingen amarse.

         Tu sufrimiento, hija mía, llevará un gran número de almas a la eternidad; pero tu corazón se está agotando poco a poco; pero no te importe el dolor, hija mía, vale la pena el dolor para recibir esta recompensa.

         ¡Ay, también, hija mía, de aquellos pastores que se les ha dado potestad para gobernar la Iglesia y cambian las leyes que Cristo ha instituido en ella! ¡Ay de aquellos pastores que no obedecen al Vicario de Cristo! ¡Ay de aquellos pastores que han arrastrado y siguen arrastrando un gran número de almas al abismo! ¡Ay de aquellos pecadores empedernidos que no quieren amar, ni dejan!

         Tú, hija mía, sé humilde y que nada te turbe. Ama con todo tu corazón, aunque no seas amada, hija mía. Piensa, hija mía, que Cristo fue vendido por el más cercano.

         Y te vuelvo a repetir, hija mía: no te entristezcas. Tú sigue reparando por su pobre alma, y no te entristezca nada, hija mía. Ama con todas tus fuerzas, con todo tu corazón, hasta que no te quede aliento para poder respirar, hija mía. Piensa que ese amor te lo ha enseñado mi Hijo y viene de su costado. Sigue adelante, hija mía, y repara los pecados de la Humanidad, esta Humanidad empedernida, hija mía, que ni ama, ni quiere ser amada.

         Yo derramaré gracias sobre este lugar, hija mía, sobre todos los corazones que acudan a él, gracias muy especiales.
     
     

         LUZ AMPARO:

         Madre mía, te pido que derrames gracias sobre todos los hogares de la Tierra y sobre todas las almas. Dales oportunidad para que se arrepientan, Madre mía. Tú que eres Madre de misericordia, ten compasión de todas ellas.
     
     

         LA VIRGEN:

         Ya te he dicho, hija mía, que también soy Madre de la Divina Justicia y tengo que cooperar con mi Hijo en esa justicia, hija mía. Fui Corredentora con Cristo, y en estos tiempos tan graves, me ha puesto como ancla de salvación para las almas.

         Pero, ¡ay de aquellas almas que dando tantos avisos y tantas gracias no se arrepientan de sus pecados y sigan viviendo en la hipocresía, en el fango del abismo, hija mía! No habrá lamentos.

         Mi Corazón está dolorido, hija mía, porque esos corazones son duros como bloques de hielo.

         Yo soy María Auxiliadora, pero para aquél que quiere y pide auxilio de mí, hija mía.

         Vuelve a besar el suelo por mis almas consagradas, hija mía...

         Sigue reparando, muchos pastores han vuelto a su iglesia, hija mía, y muchas almas han vuelto al rebaño de Cristo. Amad a la Iglesia, hijos míos; respetad y amad al Vicario de Cristo.

         Tú, hija mía, refúgiate en mi Corazón, que yo te daré fuerza hasta tu última hora para tan grandes pruebas como tienes que pasar, hija mía.

         Que tu corazón no deje de amar como ese niño que ama a su madre, como ese corazón inocente del niño, hija mía.

         Búscame cuando estés triste y angustiada, que yo estaré contigo. Pero que nada te turbe, hija mía, y ama con todo tu corazón, para que cuando llegues allá arriba, hija mía, salgas al encuentro de tantas almas como por tu reparación y por tu amor han llegado a la Patria Celestial, hija mía. Saldrá el Amor al encuentro del amor, hija mía. Mira, hija mía, cómo es la puerta estrecha; pero, ¡qué belleza encierra, hija mía! Y cómo saldrás al encuentro: el amor con el Amor; cuando se presente el amor ante el Amor, hija mía, ¡qué grandeza!; pero, ¡ay de aquellas almas que no aman y se encuentren ante el amor tan omnipotente de Dios sin su amor! ¡Será terrible, hija mía!

         Cumplid con los diez mandamientos, hijos míos. El que no cumpla con las leyes que Dios ha instituido no entrará en el Reino del Cielo.

         Hay muchos “caínes”[1] en la Tierra, hija mía, hay muchas samaritanas en la Tierra, hija mía, y hay muchos judas en la Tierra hija mía; pero para tu consuelo, hija mía, también hay muchos “abeles”, muchos “abrahanes”, hija mía, y muchas magdalenas arrepentidas.

         Voy a bendecir todos los objetos que hay en este lugar. Levantad todos los objetos, hijos míos. Todos serán bendecidos...

         Y acudid a este lugar y rezad el santo Rosario todos los días. Con el rezo del santo Rosario se salvarán muchas almas, hija mía.

         Amad mucho a mi Corazón, amad a la Eucaristía. Yo también soy Madre de la Eucaristía.

         Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

         Adiós, hijos míos. ¡Adiós!

    [1] Varias palabras del párrafo no se incluyen en el Diccionario de la lengua española; hay una especie de licencia verbal; por eso aparecen entrecomilladas.

    4 février 1989

    - La Sainte Vierge :

    Ma fille, aujourd’hui mon Cœur est rempli de douleur comme si souvent, en voyant la corruption de l’humanité. Le monde est corrompu par le péché. La majeure partie des foyers est en guerre parce que les couples se sont unis sans amour : leur esprit a dégénéré et la grâce ne peut entrer dans leur cœur.

    Ce qui afflige beaucoup mon Cœur, c’est le châtiment qui va tomber sur l’humanité avec de grandes pluies de feu qui réduiront la terre en cendres ; tous ces grands travaux que les hommes ont faits et qu'ils admirent seront détruits. (Amparo baise le sol)

    Cela ne tardera pas beaucoup, ma fille. Par une nuit froide viendra une grande catastrophe sur les hommes comme jamais la terre n’en a vu. A cause de cela, Je vous demande de former un grand troupeau, de vous unir tous pour prier. Tous ceux qui ne cesseront pas de prier et faire pénitence seront protégés par mon Cœur Immaculé. Mais malheur à ceux qui s’appellent " justes " et ont aboli toutes mes Lois !

    Ce temps doit être consacré à la prière et au sacrifice. De grandes particules se détacheront de l’horizon vers la terre et le tiers de l’humanité sera carbonisée par le feu. Petits et grands mourront ensemble. Malheur aux âmes consacrées qui ont tourné le dos au Dieu Créateur ! La juste vengeance de Dieu tombera sur eux : en ces moments il n’y aura pas de temps pour se lamenter et se repentir. (Amparo baise le sol à nouveau)

    Il faut que les hommes se consacrent à mon Cœur Immaculé. Celui qui l’aura été sera protégé. Quand arrivera cette grande catastrophe par une nuit obscure et froide, fermez les portes et les fenêtres, ne soyez pas curieux pour regarder ; mettez-vous à genoux pour prier. Vous serez protégés par votre Mère Immaculée.

    Mon Fils est las des âmes hypocrites, mes enfants, du manque d’amour dans le monde. D’un moment à l’autre, Il laissera tomber son bras sur toute l’humanité. Convertissez-vous, repentez-vous de vos péchés. Je fais un appel à toute l’humanité. Le temps est court : lorsque viendra le moment, il n’y aura personne pour vous écouter ou vous protéger. Faites vite.

    Ma fille, continue à être victime de réparation pour l’humanité. Les hommes doivent changer pour qu’un grand nombre soit dans le bercail du Christ. Multipliez-vous dans son troupeau. Attendrissez votre cœur à la grâce : le cœur de beaucoup d’entre vous est endurci par manque d’amour, par l’orgueil, l’attachement au matériel. Vous oubliez votre esprit, mes enfants.

    Je répandrai beaucoup de grâces sur ce lieu pour que les âmes se convertissent. Toi, ma fille, je te demande l’humilité. Humilie-toi : celui qui s’humilie sera exalté. Ta mission est de réparer, ma fille, et de participer à la croix du Christ.

    La terre tremblera. (Luz Amparo pousse un cri devant la scène catastrophique qui lui est présentée.) et des nations entières seront englouties sous les décombres.

    C’est pourquoi mon Cœur est si affligé, ma fille, car je vois le châtiment qui menace l’humanité et les hommes ne se réforment pas.

    Aimez beaucoup l’Eglise, mes enfants, et n’abandonnez pas la prière. Aimez le Vicaire du Christ.

    Levez tous les objets, ils seront bénis avec des bénédictions spéciales pour le jour des ténèbres. Amenez des cierges pour qu’ils soient bénis lorsque le moment viendra. Avec un seul cierge, il y en aura assez pour les trois jours, mes enfants. N’abandonnez pas la récitation du chapelet ; récitez-le avec beaucoup de dévotion. Réfugiez-vous en mon Cœur Immaculé. Il vous protégera. Détachez-vous du monde. Ne soyez pas hypocrites ni pharisiens ; mon Fils n’aime pas le mensonge.

    Je vous bénis, mes enfants, comme le Père vous bénit, par le Fils et avec le Saint-Esprit.

    Au revoir, mes enfants.

    MENSAJE DEL DÍA 4 DE FEBRERO DE 1989, PRIMER SÁBADO DE MES,

    EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
     
     

         LA VIRGEN:

         Hija mía, hoy mi Corazón viene lleno de dolor, como tantas y tantas veces, de ver la corrupción de la Humanidad. El mundo está corrompido por el pecado, hija mía. La mayor parte de los hogares está en guerra porque la pareja se ha unido sin amor, hija mía, y su espíritu se ha degenerado en el pecado y la gracia no puede entrar en su corazón.

         Aflige mucho mi Corazón el Castigo que va a caer sobre la Humanidad, hija mía; grandes lluvias de fuego reducirán la Tierra en cenizas, y todos aquellos grandes trabajos que los hombres han hecho y que admiran tanto sus corazones van a ser destruidos, hija mía.

         Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantos y tantos pecados como se cometen en la Humanidad...

         No tardándose mucho, hija mía, una noche de frío vendrá una gran catástrofe sobre los hombres, como jamás se ha visto sobre la Tierra. Por eso pido, hijos míos, que forméis un gran rebaño y os unáis todos a orar. Todos aquéllos que no dejéis de orar y de hacer sacrificio y penitencia, hijos míos, seréis protegidos por mi Inmaculado Corazón. Pero, ¡ay de aquéllos que se llaman justos y han abolido todas mis leyes!

         Este tiempo, hijos míos, es de oración y sacrificio.

         Grandes partículas se desprenderán del horizonte a la Tierra, y la tercera parte de la Humanidad quedará carbonizada por el fuego, hija mía; grandes y pequeños morirán juntos.

         ¡Ay de las almas consagradas que han vuelto la espalda al Dios Creador!, la venganza justa de Dios caerá sobre ellos y en esos momentos no habrá lamentos ni tiempo para arrepentirse.

         Amad mucho a mi Inmaculado Corazón, hijos míos. Yo seré el ancla de salvación que Dios ha puesto para salvar a los hombres.

         Vuelve a besar el suelo, hija mía, por tantos y tantos pecados que cometen las almas consagradas...

         Es necesario que los hombres se consagren a mi Inmaculado Corazón; todo aquél que esté consagrado será protegido. Cuando esta noche oscura y fría suceda esta gran catástrofe, hijos míos, cerrad las puertas y las ventanas, no seáis curiosos con las miradas y arrodillaos y poneos a orar. Seréis protegidos por vuestra Madre Inmaculada.

         Mi Hijo está harto, hijos míos, de las almas hipócritas, del desamor que hay en el mundo; y de un momento a otro va a descargar su brazo sobre toda la Humanidad. ¡Convertíos, hijos míos, y arrepentíos de vuestros pecados!

         Yo hago un llamamiento a toda la Humanidad. Es corto el tiempo, hijos míos. Cuando llegue el momento no habrá oídos para escucharos ni corazón para protegeros. Hacedlo pronto, hijos míos.

         Y tú, hija mía, sigue siendo víctima de reparación por la Humanidad. Es necesario que los hombres cambien y que pueda coger un gran número en el rebaño de Cristo. Multiplicaos, hijos míos, en este rebaño. Y ablandad vuestro corazón a la gracia, porque muchos de vosotros vuestro corazón está endurecido por la falta de amor, por la soberbia, por el apego a lo material. ¡Os olvidáis de vuestro espíritu, hijos míos!

         Derramaré muchas gracias sobre este lugar, para que las almas se conviertan.

         Tú, hija mía, humildad te pido; humíllate. El que se humilla será ensalzado. Tu misión es reparar, hija mía, y participar de la Cruz de Cristo.

         La Tierra temblará y naciones enteras quedarán engullidas bajo los escombros. Por eso mi Corazón viene tan afligido, hija mía, porque veo el Castigo que acecha a la Humanidad y los hombres no cambian.

         Amad mucho a la Iglesia, hijos míos, y no dejéis de orar. Amad al Vicario de Cristo.

         Levantad todos los objetos, hijos míos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para el día de las tinieblas, hijos míos... Traed velas a bendecir, para cuando llegue ese momento. Sólo con una vela tendréis para los tres días, hijos míos.

         No dejéis de rezar el santo Rosario con mucha devoción, y refugiaos en mi Inmaculado Corazón; él os protegerá, hijos míos. Desprendeos del mundo. No seáis hipócritas ni fariseos; a mi Hijo no le gusta la hipocresía ni la mentira.

         Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

         Adiós, hijos míos. 

    4 mars 1989

    Comme tous les premiers samedis du mois, Luz Amparo appelée par la Très Sainte Vierge vient le matin au Pré Neuf avec certains de ses enfants et quelques personnes de confiance. Ils prient le rosaire et disent les litanies. A l’invocation de " Mater Christi ", Luz Amparo tombe à genoux et reste en extase devant la présence de la Très Sainte Vierge, qui par son intermédiaire nous transmet le message suivant.
     
     

    Ma fille, je fais un nouvel appel pour que vous coopériez avec Moi. L’humanité est à l’agonie. Les cœurs vont vers l’indifférence, la haine, la luxure, l’envie, vers la destruction.

    Dieu m’a nommée Médiatrice de toutes les grâces. Je vous en prie, les petits et les grands, consacrez-vous à mon Cœur Immaculé. Je ferai des merveilles chez tous ceux qui accourent vers Moi, et à tous les mortels qui connaissent mon Fils. Les hommes ne connaissent pas mon Fils parce qu’ils ne Me connaissent pas. Le pardon du Père viendra par le Fils et la Miséricorde du Fils viendra par la Mère, mes enfants.

    Lorsque les hommes croiront à mon amour, quand ils croiront en la Mère du Dieu Créateur, du Dieu Rédempteur, quand ils me verront comme Immaculée et Pure, comme Mère de la Divinité de Jésus, il y aura la paix sur la terre ; quand les hommes croiront que je suis Epouse éternelle de l’Esprit-Saint et la Mère du Dieu vivant. Et j’ai la mission de marquer tous les fronts avec le signe du Dieu vivant pour qu’avec ce signe ces fronts puissent prévaloir sur l’enfer.

    Ayez confiance en Moi, mes enfants, Je serai Celle qui apportera l’amour de Dieu aux hommes, le pardon à tous ceux qui veulent venir vers mon Cœur Immaculé. Tant qu’on ne me reconnaîtra pas comme Mère du Dieu vivant, il y aura de grandes calamités, de grandes catastrophes. Je veux la consécration de tous à mon Cœur Immaculé pour la protection contre tous les maux. Je demande aussi l’accroissement d’un grand nombre d’âmes. Mais je ne veux pas que vous soyez cachés : soyez à la lumière pour parler de l’Evangile, pour conquérir toutes les âmes, pour leur faire porter le signe du Dieu vivant sur leur front.

    Je veux que vous sortiez de vos cachettes, ne restez pas dans l’ombre, vous les consacrés, venez à la lumière et priez pour ceux qui restent cachés. Priez pour ce peu d’âmes consacrées afin qu’elles se conservent pures et calmes pour que mon Cœur et le Cœur du Christ puissent se réfugier en elles. Je veux que leur nombre augmente jusqu’à devenir un grand troupeau qui ne se cache pas.

    Je vous aiderai et répandrai des grâces sur tous ceux qui veulent lui appartenir. Baise le sol, ma fille, en réparation pour tant de péchés commis dans le monde. Ne cachez pas la grâce, mes enfants, mettez-la à la lumière et convertissez le plus grand nombre d’âmes.

    Priez pour les prêtres, pour les âmes consacrées, sans vous cacher, tous unis dans la lumière, formant un grand troupeau pour enseigner les cœurs à l’amour, à l’humilité, à l’obéissance, au détachement du monde. Toi, ma fille, continue d’être victime de réparation pour l’humanité : le temps ne sera pas long pour toi sur la terre. Prépare un bon troupeau, en portant la charité, afin que de toute la terre, on accoure à l’Evangile.

    Observez ce que je demande, mes enfants. Je répandrai des grâces sur tous ceux qui tiennent compte de mes paroles. Sur tous ceux qui viendront ici, leur front sera marqué du signe du Dieu vivant. Je demande l’humilité ; soyez humbles. Levez les objets, tous recevront des bénédictions spéciales.

    Attention ! Faites très attention ! Car il y a beaucoup de faux prophètes sous les apparences d’Apôtres des derniers temps.

    Mes enfants, priez, sacrifiez-vous, faites pénitence. Je vous bénis comme le Père vous bénit, par le Fils et avec le Saint-Esprit. Au revoir, mes enfants !

    MENSAJE DEL DÍA 4 DE MARZO DE 1989, PRIMER SÁBADO DE MES,

    EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
     
     

         LA VIRGEN:

         Hija mía, hoy vengo a haceros un nuevo llamamiento para que cooperéis conmigo. La Humanidad, hija mía, está agonizando. Caminan sus corazones hacia el desamor, hacia el odio, hacia la lujuria, hacia la envidia, hacia la destrucción.

         Dios me ha nombrado mediadora de todas las gracias, hijos míos. Y os pido que mayores y pequeños os consagréis a mi Inmaculado Corazón. Yo haré maravillas en todos aquellos corazones que acudan a mí, y haré a todos los mortales que conozcan a mi Hijo. Los hombres no conocen a mi Hijo porque no me conocen a mí, hija mía. El perdón del Padre vendrá por el Hijo, y la misericordia del Hijo vendrá por la Madre, hijos míos.

         Cuando los hombres crean en mi amor, cuando los hombres crean en la Madre de Dios Creador, del Dios Redentor, cuando los hombres me vean Inmaculada y Pura, cuando los hombres me vean Madre de la divinidad de Jesús, habrá paz en la Tierra; cuando los hombres crean que soy Esposa eterna del Espíritu Santo y soy la Madre del Dios vivo, y tengo la misión de señalar todas las frentes con la señal del Dios vivo, para que estas frentes con esta señal prevalezca sobre el Infierno.

         Tened confianza en mí, hijos míos, yo seré la que atraeré el amor de Dios a los hombres, y el perdón para todos aquéllos que quieran venir a mi Inmaculado Corazón.

         Mientras los hombres no me reconozcan como la Madre del Dios vivo, habrá grandes calamidades y grandes catástrofes, hijos míos.

         Quiero que todos los mortales se consagren a mi Inmaculado Corazón y yo los protegeré de todos los males.

         También os pido, hijos míos, que crezca en vosotros un gran número de almas; pero no os quiero escondidos, os quiero a la luz, para que podáis hablar del Evangelio y para que podáis conquistar a todas las almas, para que lleven la señal, en su frente, del Dios vivo.

         Quiero que salgáis de vuestros escondrijos, hijos míos; os quiero consagrados, pero quiero que estéis a la luz, no en la sombra; y quiero que pidáis, aquéllos que estáis en la luz, por los que están escondidos, por aquél1as pocas almas consagradas que todavía se conservan lozanas y frescas, para que mi Corazón y el Corazón de Cristo puedan refugiarse en ellas. Pero quiero que este número de almas crezca como un gran rebaño, sin esconderos en ninguna parte, hijos míos.

         Yo os ayudaré y derramaré gracias sobre todos aquéllos que quieran pertenecer a este gran número, hijos míos.

         Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantos y tantos pecados como se cometen en el mundo...

         Os pido que no ocultéis las gracias, hijos míos; que las pongáis a la luz y convirtáis el mayor número de almas.

         Pedid por los sacerdotes, hijos míos, por las almas consagradas; pero no os quiero escondidos, os quiero a la luz todos unidos; quiero formar un gran rebaño de vosotros para enseñar a vuestros corazones el amor, la humildad, la obediencia, el despego a todo lo terreno.

         Y tú, hija mía, sigue siendo alma de reparación y víctima por la Humanidad. No será muy largo el tiempo en la Tierra para ti, hija mía; prepara un buen rebaño, para que recorran toda la Tierra llevando el amor, el Evangelio.

         Cumplid con mis palabras, hijos míos; todos aquéllos que cumpláis con mis palabras, derramaré gracias sobre vosotros. Y todos aquéllos que acudan a este lugar, quedará la señal viva de Dios en su frente.

         Humildad pido, hijos míos, os quiero muy humildes.

         Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales, hijos míos...

         Pero cuidado, tened mucho cuidado que hay muchos profetas falsos bajo la apariencia de apóstoles de los últimos tiempos.

         Hijos míos, orad, sacrificaos, haced penitencia, hijos míos.

         Os bendigo como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

         Adiós, hijos míos.
     

    1er avril 1989

    - La Sainte Vierge :

    Ma fille, priez, faites des sacrifices. La terre est gravement et chaque jour davantage blessée par le péché. Cette blessure est incurable ! Les hommes sont rendus à un tel point d’iniquité, qu’une partie de la terre sera détruite. Les deux tiers seront rasés par le feu. De même qu’un jour le monde fut détruit par le déluge, un autre jour pas très lointain, il sera détruit par le feu. La prière et le sacrifice seuls sauveront une partie de l’humanité. Priez, priez, mes enfants, car en priant on ne succombe pas à la tentation.

    Les hommes oublient Dieu ; ils ont profané la terre par le péché et une partie de la terre est maudite. Ils ont violé les Lois divines et les Commandements : le péché a transpercé la voûte du ciel et il en est rougi. L’homme est comme une bête sauvage. Je veux qu’on forme un grand troupeau. Mais pour être de bons apôtres, mes enfants, il faut respecter les Lois divines. Mon Fils a laissé ces mots : Celui qui est contre Moi ne sera pas de mon troupeau, seul celui qui est avec moi sera de mon troupeau. Je vous l’ai déjà dit, mes enfants : Je suis le Maître et vous êtes les disciples. Si vous vous séparez du Maître, vous ne pourrez donner de bons fruits. Plus vous serez proches de Lui, plus vous donnerez de bons fruits. Observez l’Evangile, aimez l’Eglise. Fréquentez les sacrements : celui de la pénitence est très important pour votre salut. Que personne ne vous trompe : suivez l’Evangile.

    Baise le sol, ma fille, en réparation pour tant de péchés qui se commettent dans le monde.

    - Le Seigneur :

    Vous qui êtes mes sarments, ne vous séparez pas de ma vigne. Je suis la vigne et vous êtes les sarments, sinon vous périrez. Approchez-vous par le sacrifice et la pénitence. Retirez-vous du monde, de ses vanités, de ses plaisirs. Renoncez à tous vos biens. Moi seul, Je suis votre Pasteur et Seigneur. Ne cherchez pas les trésors de la terre, ils ne servent à l’homme que pour le condamner. Cherchez les trésors du ciel. Malheur à ceux qui seront rasés par le feu. La juste colère de Dieu va tomber sur l’humanité d’un moment à l’autre. Convertissez-vous, mes enfants, repentez-vous.

    Dans ces deux tiers de l’humanité qui seront dévastées, malheur aux impies, aux pharisiens hypocrites, aux impurs, aux faux prophètes, à ceux qui se croient des dieux ! Tous brûleront comme le bois sec brûle dans le feu ! Malheur à ceux qui se disent justes aux yeux des hommes mais sont des pharisiens hypocrites aux yeux de Dieu ! Malheur à ces maudits !

    - La Sainte Vierge :

    Mon Cœur Immaculé veut sauver toute l’humanité, ma fille. Il continue encore de demander miséricorde pour les impies, les hypocrites, les pharisiens, mais la Justice de Dieu est sainte ; la terre est préparée pour brûler comme du bois sec. Je vous demande d’être des sarments verts pour porter du fruit. Réunissez-vous pour prier non seulement en parole mais que votre prière sorte du plus profond de votre cœur. Et accomplissez les Lois de l’Evangile.

    Aimez beaucoup le Vicaire du Christ. Il est très persécuté. Malheur à ceux qui l’outragent, délaissent l’Evangile et agissent à leur fantaisie. Malheur à ces pasteurs égarés par la concupiscence de la chair ! Tous seront supprimés, anéantis. Les armées de la justice des anges sont préparées pour que Dieu donne le signal de sa Divine Justice. Avec la pointe de leurs épées ils toucheront une partie de la terre qui sera réduite en cendres.

    Je vous demande la prière et le sacrifice, mes enfants. Je vous demande de jeûner les vendredis au pain et à l’eau. Que ceux qui ne le peuvent pour raison de santé ou de travail offrent des sacrifices de leur choix. Aimez-vous les uns les autres. Le monde va être détruit par manque d’amour. Les hommes ont dégénéré par les vices et les passions. Je demande qu’on se réunisse en groupes nombreux pour prier et se sacrifier. J’appelle aussi l’humanité à accourir en ce lieu afin que les fronts soient scellés et que lorsque viendra la Divine Justice, par ce signe, on soit respecté.

    Priez, mes enfants, recommandez-vous à mon Cœur Immaculé, Il vous protégera. Toi, ma fille, sois humble, très humble, et réfugie-toi dans notre Cœur. Je vous demande le sacrifice et la pénitence, pour que vous puissiez être du côté des élus. Levez tous les objets, mes enfants, tous seront bénis. Je vous bénis, mes enfants, comme le Père vous bénit, par le Fils et avec le Saint-Esprit. Au revoir.

     MENSAJE DEL DÍA 1 DE ABRIL DE 1989, PRIMER SÁBADO DE MES,

    EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
     
     

         LA VIRGEN:

         Hija mía, orad, haced sacrificios. La Tierra está gravemente, cada día más herida por el pecado. Esta herida es incurable, hija mía. Han llegado los hombres hasta tal punto de iniquidad que parte de la Tierra será arrasada; dos partes serán arrasadas por el fuego. Lo mismo que un día el mundo fue destruido por el Diluvio, otro día, no muy lejano, hija mía, será destruido por el fuego. Sólo el sacrificio y la oración salvarán una parte de la Humanidad.

         Orad, orad, hijos míos, que orando no caeréis en tentación.

         Los hombres se olvidan de Dios, hija mía, y han profanado la Tierra por el pecado, y parte de la Tierra está maldecida, hija mía. Han violado las leyes de Dios y los mandamientos, y el pecado ha traspasado la bóveda del cielo, y el cielo se ha enrojecido por el pecado. El hombre, hija mía, es como una fiera salvaje.

         Yo quiero que se forme un gran rebaño; pero para ser buenos apóstoles, hijos míos, hay que cumplir con las leyes; mi Hijo lo dejó escrito: “El que está contra mí no será de mi rebaño, sólo será de mi rebaño aquél que está conmigo”. Ya lo dijo, hijos míos: “Yo soy el Maestro y vosotros sois los discípulos”. Si os apartáis del Maestro no podréis dar buen fruto. Si estáis cerca del Maestro, cuanto más cerca estéis, mejor fruto daréis, hijos míos.

         Cumplid con el Evangelio, amad a la Iglesia y frecuentad los sacramentos. El sacramento de la Penitencia es muy importante para vuestra salvación, hijos míos. Que nadie os engañe. Guiaos por el Evangelio.

         Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantos y tantos pecados como se cometen en el mundo...
     
     

         EL SEÑOR:

         Y vosotros, que sois mis sarmientos, no os retiréis de mi viña. Yo soy la viña y vosotros los sarmientos. Si os retiráis del tronco, hijos míos, pereceréis. Acercaos con sacrificio y penitencia. Retiraos del mundo, de sus vanidades y de sus placeres. Haced una renuncia a todos vuestros bienes. Sólo uno es vuestro Pastor y sólo uno es vuestro Señor. No busquéis tesoros en la Tierra, hijos míos, que esos tesoros no sirven al hombre nada más que para condenarse. Buscad los tesoros que hay en el Cielo. Y... ¡ay de aquéllos que sean arrasados por el fuego! La justa ira de Dios va a caer de un momento a otro sobre la Humanidad. Convertiros, hijos míos, y arrepentiros.

         De estas dos partes de la Humanidad que serán arrasadas, ¡ay de los impíos, de los hipócritas, fariseos!, ¡ay de los impuros!, ¡ay de aquellos falsos profetas, de aquéllos que quieren convertirse en dioses! Todos arderán como la leña seca, hija mía, arde en el fuego. ¡Ay de aquéllos que se llaman justos ante los ojos de los hombres y ante los ojos de Dios son fariseos, hipócritas!, ¡ay de aquellos malvados!
     
     

         LA VIRGEN:

         Mi Corazón Inmaculado quisiera salvar, hija mía, a toda la Humanidad. Mi Corazón sigue pidiendo misericordia aun por los impíos, por los hipócritas, por los fariseos; pero la justicia de Dios es santa y la Tierra está preparada para arder como la leña seca.

         Os quiero sarmientos verdes para que podáis dar mucho fruto, hijos míos.

         Reuníos todos a orar, pero no de palabra, hijos míos, sino que vuestra oración salga de lo más profundo de vuestro corazón. Y cumplid con las leyes del Evangelio.

         Amad mucho al Vicario de Cristo. Es muy perseguido, hija mía. ¡Ay de aquéllos que persiguen al Vicario, y que quitan del Evangelio y ponen a su antojo lo que les parece! ¡Ay de aquellos pastores desviados por la concupiscencia de la carne! Todos aquéllos serán arrasados y aniquilados. Los ejércitos de la justicia de los ángeles están preparados, para que Dios dé la señal de su divina justicia, y con la punta de sus espadas toquen parte de la Tierra y sea reducida a cenizas.

         Os pido, hijos míos, oración y sacrificio. Quiero que ayunéis los viernes a pan y agua, hijos míos. Y aquéllos que por vuestra salud o por vuestro trabajo no podáis hacerlo, ofreced sacrificios de vuestros gustos.

         Amaos unos a otros, hijos míos.

         El mundo va a ser destruido por falta de amor. Los hombres se han degenerado, hija mía, por los vicios, por las pasiones... Pido que todos juntos, hijos míos, os sacrifiquéis y oréis y forméis grandes grupos.

         También hago una llamada a toda la Humanidad, para que acuda a este lugar, para que sus frentes sean selladas, para que cuando llegue el día de la Divina Justicia, por esa señal, sean respetados.

         Orad, hijos míos, y encomendaos a mi Inmaculado Corazón. El os protegerá.

         Tú, hija mía, sé humilde, muy humilde, y refúgiate en nuestro Corazón.

         Os pido sacrificio y penitencia para poder estar en el lado de los escogidos.

         Levantad todos los objetos, hijos míos; todos serán bendecidos...

         Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

         Adiós.

    6 mai 1989

    - La Sainte Vierge :

    Ma fille, les hommes ne veulent pas reconnaître le Créateur qui veut être reconnu par eux. Le Créateur veut être loué et glorifié par le moyen de l’épouse éternelle de l’Esprit-Saint, la Mère Pure et Immaculée de Jésus-Christ, la Reine de toutes les grâces. Mais les hommes refusent cette Messagère divine. Tant que cette Messagère ne sera pas reconnue comme Mère de Dieu, Mère de la Divinité du Christ, Pure et Immaculée, il n’y aura pas de paix dans le monde.

    L’Eglise est foulée aux pieds, méprisée par ses propres membres. Je fais un appel à tous pour que Dieu soit reconnu, que les pasteurs de l’Eglise retournent à leur ministère et s’occupent seulement de leur tâche : prêcher l’Evangile tel qu’il est écrit. J’en appelle aux âmes, afin que tous ceux qui veulent appartenir à mon troupeau vivent dans la pauvreté, l’humilité, la chasteté, l’obéissance. Mais malheur à ceux qui disent vivre dans la pauvreté alors qu’ils sont dans l’abondance ! Malheur à ceux qui disent vivre dans la chasteté mais sont dans la luxure et l’adultère ! Malheur à ceux qui disent vivre dans l’obéissance et font leur volonté ! Tous ceux qui ne renoncent pas aux biens matériels et corporels ne peuvent appartenir à ce troupeau. Je fais un nouvel appel à ces âmes pour qu’elles vivent selon l’Evangile. Malheur à ceux qui méprisent l’Eglise et foulent le sang du Christ ! Malheur à ceux qui font souffrir la tête visible de l’Eglise !

    Réfugiez-vous en mon Cœur Immaculé, mes enfants. Je serai la porte du Ciel. Je serai le soutien de toute l’humanité. Dieu le veut ainsi. Soyez humbles et réfléchissez sérieusement. Ne cherchez pas de raisons à mes paroles. Je veux des âmes libres pour prêcher l’Evangile tel qu’il est écrit, sans enlever ni ajouter aucune parole. Je veux que vous veniez à Moi qui suis le chemin pour conduire au Christ. Je veux que vous me connaissiez en profondeur et immensité ! Mais malheur à ces faux pasteurs qui ont envahi la plus grande partie de l’humanité pour la confusion des âmes ! Je répète : attention à ces faux apôtres qui se nomment apôtres des derniers temps mais vivent sans vergogne dans l’abondance des plaisirs et des jouissances.

    Je veux des âmes humbles, ma fille, comme Je te l’ai dit en d’autres occasions, pauvres, sacrifiées. Qu’on renonce à tous les biens matériels et qu’on s’occupe des biens spirituels. Le plus grand trésor est au Ciel. Ne vous attachez pas aux trésors terrestres. Je veux former ce grand troupeau. Je serai celle qui le dirigera.

    Aimez l’Eglise, aimez son Vicaire. L’obéissance est très importante pour le salut. Le temps approche et les hommes ne tournent pas leur regard vers le Tout-Puissant.
    Ils parlent
    de charité et se haïssent les uns les autres ;
    de pureté, et sont dans l’obscurité, la luxure et l’adultère ;
    d’humilité, et ils veulent se gouverner par eux-mêmes.

    Humiliez-vous, " celui qui s’abaisse sera élevé ". Ne pensez pas tant à la concupiscence de la chair. Aimez-vous comme le Christ vous a aimés. Renouvelez votre cœur dans l’amour et le sacrifice, mes enfants.

    La pénitence, le sacrifice et la prière sont nécessaires en ces temps si graves. Baise le sol, ma fille, pour tant de péchés qui se commettent dans le monde.

    J’ai la mission de sceller les fronts et je veux qu’on accoure à ce lieu pour cela. Lorsque viendra le jour proche, ils ne seront pas touchés par l’ennemi car le signe reluira sur les fronts, le signe des élus, ma fille. Aimez-vous les uns les autres sans discussions ni discordes. Ne cherchez pas à être les premiers : occupez les dernières places. Aimez-vous comme mon Fils vous a enseigné à aimer. C’est écrit. Accourez à ce lieu de tous les endroits de la terre, car Moi, Je suis la Médiatrice de toutes les grâces, j’en répandrai sur vous tous.

    Qu’on veuille former des apôtres des derniers temps qui s’aiment sans s’occuper des autres. Le premier commandement de la Loi de Dieu est écrit : " Tu aimeras le Seigneur ton Dieu, de toutes tes forces, de tout ton esprit et de tout ton cœur. Tu aimeras le prochain comme toi-même. " Ils oublient le prochain, ma fille, en s’aimant eux-mêmes. Leur orgueil les rend aveugles et sourds. Présentez de bonnes œuvres devant Dieu votre Créateur. La charité est très importante ; les hommes ont oublié cette vertu et l’appliquent à eux-mêmes. Quelle récompense recevra-t-on au Ciel si on a oublié cette vertu la plus importante et éternelle qu’est l’amour ?

    Continuez de porter l’Evangile à tous les villages, aimant l’Eglise et la tête visible de l’Eglise qui est le Pape. Aimez-vous les uns les autres comme mon Fils vous l’a enseigné.

    Toi ma fille, sois humble, et continue d’être une victime de réparation pour les péchés de l’humanité. Levez tous les objets, tous seront bénis.

    Prenez garde à tous ceux qui se disent apôtres des derniers temps et prophètes pour faire partie des élus. Leurs noms ne sont pas écrits dans le Livre de Vie. Pour être dans le Livre de Vie, il faut imiter Jésus Christ lui-même, dans la pauvreté, l’humilité et l’obéissance.

    Je vous bénis, mes enfants, comme le Père vous bénit, par le Fils et avec le Saint-Esprit.

    Je veux que l’on construise une grande œuvre, mes enfants, qui soit immense pour que tout mon troupeau y entre. Au revoir, mes enfants.

    MENSAJE DEL DÍA 6 DE MAYO DE 1989, PRIMER SÁBADO DE MES,

    EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
     
     

         LA VIRGEN:

         Hija mía, los hombres no quieren reconocer al Creador, y el Creador quiere ser reconocido por los hombres. El Creador quiere que, por medio de la Esposa eterna del Espíritu Santo, de la Madre Pura e Inmaculada de Jesucristo, de la Reina de todas las gracias, sea conocido, bendecido, alabado y glorificado. Pero los hombres rechazan a esta mensajera divina. Y mientras esta mensajera divina no sea reconocida como Madre de Dios, como Madre de la divinidad de Cristo, como Pura e Inmaculada, no habrá paz en el mundo.

         La Iglesia es pisoteada, hijos míos, es despreciada por sus mismos componentes.

         Y hago un llamamiento a todos los mundos, para que Dios sea reconocido y para que los pastores de la Iglesia vuelvan a su ministerio y se ocupen sólo del ministerio que les corresponde: de predicar el Evangelio tal como está escrito.

         Hago un llamamiento a las almas, para que todos aquéllos que quieran pertenecer a mi rebaño, vivan en pobreza, en humildad, en castidad, en obediencia. Pero, ¡ay de aquéllos que dicen vivir en la pobreza y viven en la abundancia! ¡Ay de aquéllos que dicen vivir en la castidad y viven en el adulterio y en la lujuria! ¡Ay de aquéllos que dicen vivir en la obediencia y hacen su voluntad! Todos aquéllos que no renuncien a los bienes materiales y corporales no pueden pertenecer a este rebaño. Hago un nuevo llamamiento a estas almas, para que vivan según el Evangelio.

         ¡Ay de aquéllos que desprecian a la Iglesia y pisotean la Sangre de Cristo! ¡Ay de aquéllos que hacen sufrir a la Cabeza visible de la Iglesia!

         Refugiaos, hijos míos, en mi Inmaculado Corazón. Yo seré la puerta del Cielo. Yo seré el sostén de toda la Humanidad. Dios lo quiere así, hijos míos. Sed humildes y recapacitad, y no busquéis razones en mis palabras.

         Quiero almas libres para que puedan predicar el Evangelio tal como está escrito, sin quitar ni añadir ninguna palabra, hijos míos.

         Quiero que vengáis a mí, que soy el camino para conduciros a Cristo. Quiero que me conozcáis en inmensidad y en profundidad, hijos míos; pero, ¡ay de aquellos falsos pastores que están invadiendo la mayor parte de la Humanidad, confundiendo a las almas! Y vuelvo a repetir, hijos míos: cuidado con aquellos falsos apóstoles que se nombran apóstoles de los últimos tiempos y viven en la abundancia sin cohibirse de los placeres y los gozos.

         Quiero almas humildes, hija mía, como te he dicho en otras ocasiones, pobres y sacrificadas. Quiero que renuncien a todos los bienes materiales y se ocupen sólo de los bienes espirituales, hijos míos. El mayor tesoro está en el Cielo. No os apeguéis a los tesoros terrenos. Quiero formar este grande rebaño. Yo seré la que lo dirigiré, hija mía.

         Amad a la Iglesia, amad al Vicario, hijos míos.

         La obediencia es muy importante para la salvación.

         El tiempo se aproxima y los hombres no vuelven su mirada al Todopoderoso. Hablan de caridad y se odian unos a otros. Hablan, hija mía, de pureza y están en la oscuridad de la lujuria y del adulterio. Hablan de humildad y quieren gobernarse ellos mismos sin que nadie los dirija.

         Humillaos, hijos míos, el que se humilla será ensalzado. No penséis tanto en la concupiscencia de la carne. Amaos como Cristo os amó. Renovad vuestro corazón, hijos míos, en el amor, en el sacrificio.

         Es necesario, en estos tiempos tan graves, hijos míos, la penitencia, el sacrificio y la oración.

         Besa el suelo, hija mía, por tantos y tantos pecados como se cometen en el mundo...

         Yo tengo la misión, hija mía, de sellar las frentes y quiero que acudan a este lugar, para que todas sus frentes sean selladas, para que, cuando llegue este día cercano, no sean tocados por el enemigo y reluzca la señal en sus frentes; la señal de los escogidos, hija mía.

         Amaos unos a otros sin discordias ni discusiones. No queráis ser los primeros, hijos míos. Ocupad los últimos puestos. Amaos, como mi Hijo os ha enseñado a amar. Él lo dejó escrito, hijos míos.

         Acudid todos a este lugar, de todos los lugares de la Tierra, que yo, como Mediadora de todas las gracias, derramaré gracias sobre todos vosotros.

         Quieren formar apóstoles de los últimos tiempos amándose ellos mismos sin ocuparse de los demás. El primer mandamiento de la Ley de Dios está escrito: “Amarás al Señor, tu Dios, con todas tus fuerzas, con toda tu mente y con todo tu corazón, y al prójimo como a ti mismo”. Olvidan al prójimo, hija mía, y se aman ellos mismos. Su soberbia y su orgullo los deja ciegos, sordos...

         Presentad buenas obras, hijos míos, ante Dios, vuestro Creador.

         La caridad es muy importante y los hombres se han olvidado de esa virtud, y la aplican, la caridad, para ellos mismos, hija mía.

         ¿Qué recompensa van a recibir en el Cielo, si no se han ocupado de la virtud más importante y eterna que es la del amor, hijos míos?

         Seguid yendo por todos los pueblos llevando el Evangelio, amando a la Iglesia y a la cabeza visible de la Iglesia, que es el Papa. Y amaos unos a otros como mi Hijo os enseña, hijos míos.

         Tú, hija mía, sé humilde, y sigue siendo víctima de reparación de los pecados de la Humanidad, hija mía.

         Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos...

         Tened cuidado, hijos míos, con todos éstos que se llaman apóstoles de los últimos tiempos; que se nombran ellos mismos profetas falsos, para que sean escogidos sus nombres. Esos nombres no están escritos en el Libro de la Vida. Para estar escrito en el Libro de la Vida hay que imitar, hijos míos, al mismo Jesucristo en la pobreza, la humildad y la obediencia.

         Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

         Quiero que construyáis una gran Obra, hijos míos, que sea tan inmensa, para que todo mi rebaño quepa en ella.

         Adiós, hijos míos. 

    3 juin 1989

    - Le Seigneur :

    Ma fille, Je suis ici pour te consoler. Je veux que rien ni personne ne te rende triste. Je t’ai appris à dire la vérité. Je suis la Vérité qui est toujours la Vérité, ce qui est faux est faux. J’ai donné mon message avec clarté, et quelques âmes ont été blessées dans leur orgueil. Préoccupe-toi d’enseigner aux hommes mon amour ; continue d’être ce rien que Je t’ai enseigné à être.

    L’homme ne cherche que la dispute qui divise : que rien ne t’afflige ! Je veux te voir sourire. Apprends aux hommes à m’aimer, voilà ta mission. Je ne veux pas que tu te troubles. Pour être un bon apôtre des derniers temps, on doit vivre dans l’esprit de mon agonie physique, morale et spirituelle. Il faut être comme saint Pierre qui renonça à lui-même, supporta les outrages et les calomnies, s’éloignant des éloges du monde. Pour être un bon apôtre, il faut vivre l’agonie de Gethsémani, du Golgotha, se laisser couronner d’épines, ne pas chercher les étendards du monde, mais celui de ma Croix. L’apôtre des derniers temps doit vivre dans la pauvreté, l’humilité, l’obéissance.

    On a osé faire des jugements contre mon Œuvre mais tous ceux qui feront du mal à mon Œuvre le paieront. Je t’ai dit ma fille que comme Fils du Dieu vivant, Je t’aiderai dans cette Œuvre. Je mettrai sur ton chemin de bonnes personnes pour que cela aille bien. Je ne veux pas que tu t’affliges à cause des calomnies et des outrages. Aime beaucoup nos cœurs : c’est la mission que Je te donne. Ce qui afflige vraiment le Cœur de ma Mère, c’est que les âmes sur lesquelles Elle a répandu tant de grâces, se laissent entraîner par l’ennemi et le mensonge au point de détruire mon Œuvre.

    Les hommes ne pourront pas détruire ce que J’ai construit, ma fille. Les hommes se hâtent de juger et, à cause de leur orgueil et de leur vanité, ils croient que leurs jugements sont infaillibles. Par leur orgueil, ils se croient puissants, forts et capables de tout faire. Ils n’obéissent pas à la hiérarchie. Leur orgueil les rend aveugles. C’est ce qui afflige le plus mon Cœur. C’est pourquoi, ma fille, je te demande de ne pas écouter les flatteries du monde, qui perdent les âmes, les transforment en dieux, leur fait croire qu’elles sont les seules à délivrer le message de Dieu. Mais elles ne parlent pas du divin mais de l’humain. Leur moi les aveugle et les fait s’avancer chaque jour davantage dans les ténèbres.

    Un bon apôtre doit imiter le Christ pauvre, humble, obéissant. Le Christ s’est fait obéissant jusqu’à la mort et la mort sur la croix. Reste donc à l’écart, ma fille, et n’écoute pas ceux qui désobéissent à l’Eglise, car ils sont en dehors du troupeau du Christ.

    L’Eglise est sainte et on ne peut pas attaquer les choses saintes. Tu dois obéir à l’Eglise avec toutes ses conséquences. Aime-la, respecte-la. La prière et le sacrifice surtout te conduiront à l’obéissance et à l’humilité. Ne cesse pas de prier et d’intercéder pour les pauvres pécheurs. Que d’âmes vont en enfer par manque d’humilité, voulant être les premières et glorifiées et admirées comme des dieux sur la terre : ne cesse pas de prier et de supplier pour les pauvres pécheurs. Eloigne-toi des flatteries et de la vaine gloire.

    Et vous qui appartenez au troupeau, renoncez à vos biens, aux attachements matériels et cherchez les choses spirituelles. Je couperai le bois sec qui ne sert pas et le jetterai au feu pour qu’il brûle. Un bon apôtre doit imiter son Maître.

    Je continue à vous enjoindre de vous aimez les uns les autres comme Jésus vous aime. Je veux que la paix et l’amour règnent parmi vous, mes enfants. Je veux que votre nombre augmente chaque jour. Regarde ma fille, la gloire préparée pour tous ceux qui obéissent à mes lois et pour tous ceux qui travailleront dans mon Œuvre. (Amparo voit de glorieuses demeures célestes) Mais malheur à ceux qui travailleront au son de la trompette, voulant être récompensés sur la terre, ils ne recevront pas la terre que je leur ai préparée de toute éternité.

    Celui qui veut participer à cette Œuvre doit pratiquer l’obéissance, la charité, l’humilité, la chasteté.

    Beaucoup d’âmes sont dans l’adultère, parce qu’elles ne s’aiment pas. L’amour est le premier commandement créé pour l’homme. Aimez-vous les uns les autres comme le Christ vous aime pour vivre dans la chasteté, l’obéissance, l’humilité, la pauvreté.

    Va de village en village pour parler de l’Evangile, ma fille. Et continue de parler aux hommes de mon message divin. Que rien ne te trouble ni ne t’angoisse. Je te répète, ma fille, que je ne veux pas que tu verses des larmes à cause des calomnies et des incompréhensions des hommes. Je veux te voir sourire. Fais que les hommes m’aiment, et toi, aime-moi de tout ton cœur, de toutes tes forces et de toute ton intelligence.

    Si les hommes, au lieu de penser aux plaisirs, aux richesses de ce monde, pensaient à l’amour, ils formeraient un paradis terrestre. Mais malheur aux âmes qui se laissent entraîner par l’ennemi, voulant devenir le centre d’attention pour être louées et glorifiées sur la terre. Il n’y a qu’un seul Seigneur à louer et glorifier par le ciel, la terre et les enfers : voilà la mission des hommes. Mais ils se rebellent, ne s’occupent que d’eux-mêmes, ne voulant pas renoncer au monde, ni à l’argent, ni à la chair. Malheur à ceux qui ont reçu tant de grâces et n’ont pas su en tirer bon parti : Je serai sourd à leurs lamentations vaines le jour du jugement. Je vous demande l’humilité, la prière et le sacrifice. C’est à cause du manque de prière que le monde se trouve dans cette situation.

    Baise le sol pour réparer tant de péchés commis sur la terre. Et je ne veux pas, ma fille, que tu t’affliges pour les choses vaines de la terre, je veux que ta souffrance serve pour la rédemption du monde. Réfugie-toi dans nos Cœurs. Et malheur à ceux qui cherchent à nuire à mon Œuvre !

    Pense, ma fille, que l’orgueil détruit, et que l’amour construit. Continue de construire, ma fille. Aime-nous de tout ton cœur.

    - La Sainte Vierge :

    Je vais donner une bénédiction spéciale à toutes les âmes accourues aujourd’hui en ce lieu. Les temps sont graves et les hommes ne font que semer la discorde et les guerres pour détruire le monde. Je vous demande de prier et de faire des sacrifices. Ne perdez pas votre temps dans les choses vaines de la terre. Je vous bénis, mes enfants, comme le Père vous bénit, par le Fils et avec le Saint-Esprit. Levez tous les objets : ils seront bénis avec des bénédictions spéciales pour le jour des ténèbres.

    - Le Seigneur :

    Cachez bien ces objets. Le jour des ténèbres, ils luiront, s’éclaireront comme en plein jour. Je suis la lumière qui éclaire les ténèbres. J’éclairerai les ténèbres ce jour-là pour que tous ceux qui ont reçu cette grâce demeurent dans la lumière. Au revoir, mes enfants.

    MENSAJE DEL DÍA 3 DE JUNIO DE 1989, PRIMER SÁBADO DE MES,

    EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
     
     

         EL SEÑOR:

         Hija mía, aquí estoy para consolarte. No quiero que nada ni nadie te entristezca. Yo te he enseñado, hija mía, a decir la verdad. Yo soy la Verdad, y la verdad siempre es la verdad, y lo falso es falso. Di mi mensaje, hija mía, con gran claridad. Por eso, algunas de las almas han sido dañadas en su orgullo, hija mía.

         Tú no te ocupes nada más que, hija mía, de enseñar a los hombres mi amor. Tú sigue siendo esa nada que te he enseñado.

         El hombre no busca nada más que discordia, hija mía, y la discordia divide, y el amor une. ¡Que nada te entristezca! Quiero ver tu sonrisa en tus labios. Tú enseña a los hombres a amarme, hija mía; es tu misión. Pero no quiero que nada te turbe.

         Para ser un buen apóstol, hija mía, de los últimos tiempos, el hombre tiene que vivir el espíritu de mi agonía física, moral y espiritual. Tiene que ser como san Pedro, que renunció a sí mismo y no le importó ni los ultrajes ni las calumnias, y se retiraba de los halagos del mundo, hija mía.

         Para vivir como buen apóstol hay que vivir la agonía de Getsemaní; hay que vivir, hija mía, el Gólgota; hay que dejarse coronar de espinas, y no hay que buscar estandartes del mundo, sino el estandarte de mi Cruz. El apóstol de los últimos tiempos tiene que vivir en la pobreza, en la humildad, en la obediencia.

         Los hombres se han adelantado a hacer juicios, hija mía, contra mi Obra, y todo el que daña a mi Obra lo pagará. Yo te he dicho, hija mía, como Hijo de Dios vivo, que te ayudaré a esta gran Obra, y pondré personas buenas en tu camino para que todo salga adelante, hija mía.

         No quiero que te entristezcan ni la calumnia ni los ultrajes. Ama mucho nuestros Corazones, hija mía; es la misión que te encomiendo. Pero lo que sí aflige el Corazón de mi Madre es que aquellas almas que ha derramado tantas gracias sobre ellas, que se dejen arrastrar por el enemigo y por el engaño, hasta tal punto de destruir mi Obra.

         Los hombres no podrán destruir lo que yo he construido, hija mía. Los hombres se precipitan a dar juicios y, por su orgullo y su vanidad, se creen que sus juicios son infalibles. Su orgullo les hace ver que son poderosos y fuertes y que todo lo pueden. Y se saltan la obediencia de la Jerarquía, hija mía. Su soberbia les deja ciegos. Es lo que más aflige mi Corazón. Por eso te pido, hija mía: retírate de los halagos del mundo; los halagos pierden a las almas, los convierten en dioses y se ven poderosos y fuertes, y creen que son los únicos para dar el mensaje divino, hija mía. Y no hablan de lo divino, sino de lo humano. Su “yo”, hija mía, no les deja ver y cada día más caminan hasta las tinieblas, hija mía.

         Un buen apóstol tiene que ser imitador de Cristo en su pobreza, en su humildad, en su obediencia. Cristo se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Por eso, hija mía, retírate y no escuches a aquéllos que no obedecen a la Iglesia, porque están fuera del rebaño de Cristo. La Iglesia es santa; y no se puede atacar a las cosas santas, hija mía.

         Tú, obedece a la Iglesia, como te he dicho, con todas sus consecuencias. Ámala, respétala. Y sobre todo, hija mía, la oración y el sacrificio es la que te conducirá a la obediencia y a la humildad. No dejes de orar y pedir por los pobres pecadores. ¡Cuántas almas, hija mía, se introducen en el Infierno por falta de humildad! Quieren estar los primeros y ser halagados y glorificados como dioses en la Tierra. Retírate de los halagos y de las vanas glorias que existen en la Tierra, hija mía.

         Y vosotros, almas que estáis en el rebaño, renunciad a vuestros bienes, a vuestros apegos materiales y buscad lo espiritual.

         Yo cortaré, hija mía, la leña seca que no sirva, y la echaré a la lumbre para que arda.

         Un buen apóstol tiene que imitar al Maestro.

         Os sigo encomendando: amaos los unos a los otros como Cristo os ama. Paz y amor quiero entre vosotros, hijos míos. Y quiero que este número crezca cada día más.

         Mira, hija mía, para todos los que cumplan mis leyes y para todos los que trabajen en mi Obra, mira la gloria, hija mía, que les espera. Pero, ¡ay de aquéllos que trabajan a son de trompeta! ¡Ay de aquéllos que quieren ser remunerados en la Tierra!: no recibirán el sueldo que les tengo preparado eternamente.

         El que quiera seguir el camino de esta Obra, hija mía, tiene que practicar la obediencia, la caridad, la humildad, la castidad.

         Hay muchas almas que cometen adulterio, hija mía, porque no se aman. El amor es el primer mandamiento que fue instituido para los hombres, hija mía. Amaos los unos a los otros como Cristo os amó; y si no os amáis, vivid en castidad, obediencia, humildad y pobreza.

         Id de pueblo en pueblo hablando del Evangelio, hija mía. Y sigue hablando a los hombres mi mensaje divino.

         Que nada te turbe y nada te angustie. Te repito, hija mía: no quiero que derrames lágrimas por calumnias ni por incomprensiones de los hombres. Quiero ver la sonrisa en tus labios. Haz que los hombres me amen, hija mía, y tú ámame con todo tu corazón, con todas tus fuerzas y con todo tu entendimiento.

         Si los hombres, en vez de pensar en los placeres y en los lucros del mundo, pensasen, hija mía, en el amor, formarían un paraíso en la Tierra; pero, ¡ay de las almas que se dejan arrastrar por el enemigo y se quieren convertir en centros para que los halaguen y los glorifiquen en la Tierra! Sólo un Señor tiene que ser alabado, bendecido y glorificado, y es Señor de señores; tiene que ser alabado, bendecido y glorificado por el Cielo, la Tierra y los Infiernos. Esta es la misión de los hombres, hija mía; pero los hombres se rebelan contra Dios y se ocupan de ellos mismos y no quieren renunciar al mundo, ni al dinero, ni a la carne, hija mía.

         ¡Ay de aquéllos que habéis recibido tantas y tantas gracias y no las sabéis aprovechar, hijos míos! No tendré oídos ni habrá lamentos el día de vuestro juicio, hijos míos. Humildad os pido y oración y sacrificio. El mundo está en esta situación por falta de oración, hija mía.

         Besa el suelo, en reparación de tantos y tantos pecados como se cometen en el mundo...

         Y no quiero, hija mía, que sufras por cosas vanas de la Tierra; quiero que tu sufrimiento, hija mía, sirva para la redención del mundo. Refúgiate en nuestros Corazones. Y ¡ay de aquéllos que intentan dañar mi Obra!

         Piensa, hija mía, que el orgullo destruye y el amor construye. Sigue construyendo, hija mía. Ámanos con todo tu corazón.
     
     

         LA VIRGEN:

         Hoy voy a dar una bendición especial para todas las almas que acudan a este lugar, y seguiré derramando gracias para todos, gracias muy especiales, hijos míos. Los tiempos son graves y los hombres no hacen nada más que sembrar discordias y guerras para destruir el mundo.

         Os pido oración y sacrificio. No perdáis el tiempo, hijos míos, en cosas vanas de la Tierra.

         Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

         Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales para el día de las tinieblas, hijos míos...
     
     

         EL SEÑOR:

         Guardad estos objetos bien escondidos. Ese día alumbrarán como si fuese de día, hija mía. Yo soy la Luz que alumbra la tiniebla; y yo alumbraré esa noche a la tiniebla, para que todos los que habéis recibido esta gracia estéis en luz, hijos míos.

         Adiós, hijos míos. Adiós.

    3 juillet 1989

    - La Sainte Vierge :

    Aujourd’hui, mes enfants, je suis venue avec un grand manteau pour protéger toutes les âmes qui accourent en ce lieu. Les âmes qui viennent en ce lieu recevront des grâces particulières, mes enfants. Luttez contre l’ennemi, l’ennemi veut tuer votre âme pour vous faire quitter le chemin de Jésus.

    - Le Seigneur :

    Je suis la Parole, mes enfants, je vous ai dit souvent que je préfère les œuvres aux paroles. Les véritables chrétiens se reconnaissent à l’amour pour le prochain. Ma Parole est : J’avais faim et vous m’avez donné à manger, j’avais soif et vous m’avez donné à boire, j’étais nu et vous m’avez habillé, j’étais pèlerin et vous m’avez reçu chez vous, j’étais en prison et vous m’avez visité, j’étais triste et vous m’avez consolé. Vous serez récompensé par des grâces spéciales pour votre âme si vous exercez ces œuvres en faveur de n’importe quel être humain. L’amour, c’est la vie. Celui qui n’aime pas est mort.

    Mes enfants, J’aime l’amour actif, non pas l’amour d’omission. Je déteste tous ceux dont le cœur est attaché aux richesses du monde. Je ne déteste ni les richesses, ni les riches, mais ceux qui y mettent leur cœur. J’aime et je récompense toutes les âmes dont le cœur est pris par la charité et l’amour.

    Mes enfants, soyez charitables avec tout le monde. Certains pensent qu’ils ne font pas de mal aux hommes, mais ils ne font pas non plus le bien, et tous ceux qui ne font pas du bien aux âmes, Je les mettrai à ma gauche et les enverrai au feu éternel.

    La Sainte Vierge :

    Baise le sol, ma fille, pour tous les péchés commis dans le monde. Aimez l’Eglise, mes enfants, aimez le Pape qui intercède tous les jours pour l’humanité. Une partie de l’Eglise est tombée, seuls le sacrifice et l’oraison peuvent la relever.

    Réjouissez-vous si vous aimez et pratiquez la charité, car l’Esprit-Saint demeurera dans votre âme et vous invitera à pratiquer le renoncement et à faire le bien. La charité croîtra alors dans votre cœur.

    Détachez-vous des choses matérielles. Beaucoup dans le monde, et même hors du monde, disent chercher le royaume de Dieu, mais seuls les biens matériels et les richesses les intéressent, et le Christ est oublié. Ne vous occupez que de Lui, Il est l’Unique Bien.

    - Le Seigneur :

    Je suis la Force. Venez à Moi, vous qui êtes fatigués, qui succombez sous la charge. Je vous rendrai des forces. Aimez-vous les uns les autres, c’est le commandement nouveau.

    - La Sainte Vierge :

    Je vous promets à tous, aujourd’hui de vous protéger avec mon manteau.

    - Le Seigneur :

    Je promets que le rayon qui sort de mon Cœur pénétrera le vôtre. Je vous le promets comme Fils du Dieu vivant.

    - La Sainte Vierge :

    Priez sans cesse, mes enfants, l’ennemi guette vos âmes, récitez le Rosaire avec dévotion. Le démon hait cette prière.

    - Le Seigneur :

    Je promets à tous ceux qui sont venus en cet endroit de Me manifester au moment de leur agonie, avec tous les anges du ciel, les saints et les bienheureux. Je vous répète : pratiquez le commandement de l’Amour. Celui qui n’aime pas est mort, de même que celui qui aime d’un amour déformé. L’amour doit venir du Côté du Christ pour être vrai, sain et pur. Ce n’est que par la crucifixion que l’on peut arriver au Christ. Ce n’est qu’en partant du Jardin de Gethsémani et en allant jusqu’au Golgotha qu’on trouve le chemin droit et sûr.

    Sans douleur, il n’y a pas d’amour, c’est pour cela que les hommes ne savent pas aimer, ils rejettent la grâce si grande de la souffrance. Vois quelle gloire atteignent les bienheureux qui ont souffert. (Luz-Amparo exprime une grande joie en contemplant la gloire des saints.) Pour obtenir un si grand trésor, il vaut la peine de subir la souffrance, la calomnie, la persécution, la haine, l’abandon. Je vous veux humbles et sacrifiés, ne vous attachez pas aux biens matériels. Et toi, ma fille, sois très humble. Aime beaucoup nos Cœurs, seul l’amour purifie.

    - La Sainte Vierge :

    Baise à nouveau le sol pour tous les péchés commis contre mon Cœur Immaculé. Levez tous les objets, ils seront bénis d’une bénédiction spéciale. Je vous bénis, comme le Père vous bénit, par le Fils et avec le Saint-Esprit.

    Au revoir mes enfants, au revoir !

    MENSAJE DEL DÍA 1 DE JULIO DE 1989, PRIMER SÁBADO DE MES,

    EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
     
     

         LA VIRGEN:

         Hoy, hijos míos, vengo con un gran manto, tan ancho como todo el mundo, para proteger a todas las almas que acudan a este lugar. Las almas que acudan a este lugar recibirán gracias especiales, hijos míos. Luchad contra el enemigo; el enemigo quiere matar vuestra alma, hijos míos, para retiraros del camino de Jesús.
     
     

         EL SEÑOR:

         Yo soy la Palabra, hijos míos; os he dicho muchas veces que me gustan más las obras que las palabras. Los verdaderos cristianos, hijos míos, se conocen por el amor al prójimo. Mi palabra es: “Estuve hambriento y me disteis de comer, sediento y me disteis de beber, desnudo y me vestisteis, peregrino y me recibisteis en vuestra casa, en la cárcel y me visitasteis, triste y me consolasteis”. Todo lo que hagáis por cualquier ser humano de estas obras, hijos míos, recibiréis gracias especiales para vuestra alma.

         El amor es vida, hijos míos, el que no ama está muerto. A mí me gusta, hijos míos, el amor de acción, no el amor de omisión; y aborrezco a todos aquéllos que está apegado su corazón a las riquezas del mundo. No aborrezco a las riquezas ni a los ricos, sino a los que ponen su corazón en ellas. Y amo, hijos míos, y recompenso a todas aquellas almas que ponen su corazón en la caridad y en el amor. Hijos míos, practicad la caridad con todos los seres humanos. Muchos de vosotros decís que no hacéis el mal a los hombres, pero tampoco hacéis el bien, y ¡ay de aquéllos que no hacen el bien a las almas!, los pondré a mi izquierda y los mandaré al fuego eterno.
     
     

         LA VIRGEN:

         Besa el suelo, hija mía, por tantos y tantos pecados como se cometen en el mundo...

         Amad a la Iglesia, hijos míos, amad al Papa; él intercede todos los días por la Humanidad. La Iglesia, hijos míos, parte de ella está caída; sólo con el sacrificio y la oración puede levantarse.

         Regocijaos aquéllos que amáis, hijos míos, que practicáis la caridad, porque el Espíritu Santo hará morada en vuestra alma y os convidará a que practiquéis la renuncia, a que hagáis el bien en el mundo y se multiplique la caridad en vuestro corazón.

         Desprendeos de las cosas materiales, hijos míos. Muchas almas que están en el mundo y escondidas del mundo, dicen que buscan el Reino de Dios, hijos míos, y dedican la mayor parte de su vida buscando los bienes materiales, y sólo les importa el lucro y se olvidan más de Cristo que del mundo. Ocupaos, hijos míos, del único bien, que es Cristo.
     
     

         EL SEÑOR:

         Yo soy la fortaleza, hijos míos, venid a mí todos aquéllos que estáis cargados y agobiados, que yo os guiaré y os fortaleceré. Amaos los unos a los otros; ése es el mandamiento nuevo, hijos míos.
     
     

         LA VIRGEN:

         Mirad, hijos míos, hoy os prometo protegeros a todos con mi manto.
     
     

         EL SEÑOR:

         Y yo os prometo que el rayo que sale de mi Corazón infiltrará vuestro corazón, hijos míos. Os lo prometo como Hijo de Dios vivo.
     
     

         LA VIRGEN:

         No dejéis de orar, hijos míos, el enemigo está al acecho de vuestras almas. Rezad el santo Rosario con mucha devoción, hijos míos. El demonio odia esta oración.
     
     

         EL SEÑOR:

         Prometo a todos los que hayan acudido a este lugar, en el momento de su agonía manifestarme con todos los ángeles del Cielo, santos y bienaventurados.

         Os repito: practicad el mandamiento del amor. Todo el que no ama está muerto, o el que ama con un amor deformado. El amor tiene que venir del costado de Cristo, para que sea un verdadero amor limpio y puro.

         Hija mía, sólo desde la crucifixión se puede ir a Cristo; sólo, hija mía, desde el Huerto de Getsemaní, desde el Gólgota, puede ser el camino recto y seguro. Sin sufrimiento, hija mía, no hay amor. Por eso los hombres no aman, porque rechazan tan grande gracia como es la del sufrimiento.

         Mira, hija mía, los bienaventurados que han sufrido, ¡qué gloria han alcanzado!... Vale la pena el sufrimiento, la calumnia, la persecución, el odio, el desprendimiento, hija mía, para alcanzar tan grande tesoro.

         Os quiero, hijos míos, pobres, humildes y sacrificados. No estéis apegados a los bienes materiales.

         Y tú, hija mía, sé humilde, muy humilde. Ama mucho nuestros Corazones. Sólo el amor purifica, hija mía.
     
     

         LA VIRGEN:

         Vuelve a besar el suelo, hija mía, en reparación de tantos y tantos

    pecados como se cometen a mi Inmaculado Corazón...

         Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales, hijos míos...

         Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

         Adiós, hijos míos. Adiós. 

    5 août 1989

    Comme de coutume les premiers samedis du mois, au rendez-vous de la Bienheureuse Vierge Marie, au Pré Neuf pendant les premières heures de la matinée. Luz Amparo récite le chapelet avec quelques personnes. Au moment du quatrième Ave du quatrième mystère glorieux, elle tombe à genoux en extase devant la présence du Seigneur et de la Très Sainte Vierge, qui par sa bouche ont transmis le message suivant.

    - Le Seigneur :

    Ma fille, Je viens ce jour avec le conseil de l’amour : vois mes plaies, mes membres atrophiés par la douleur. Tout cela est pour le salut des hommes. Je me communique aux hommes à travers ma Parole, qui est le Verbe, je leur enseigne à imiter ma Passion, à changer de vie, à être bons, mais les hommes me méprisent et Je continue cependant à leur communiquer mes paroles. J’ai quitté ma Mère, J’ai renoncé à mon titre de roi, Je me suis rendu aux mains des bourreaux, Je me suis laissé frapper, calomnier, mépriser, haïr, dépouiller, J’ai donné ma vie pour le salut des hommes et ils continuent de s’endurcir dans le péché.

    Mais toi, ma fille, mon petit porte-parole, ne sois pas dans l’angoisse à cause des calomnies, mépris, outrages. Pardonne. Aie pitié de ceux qui veulent faire du mal à mon œuvre : ils ne réussiront pas. Je te promets de l’aide pour ses besoins et me servirai de créatures pour ce but. Approche-toi de l’autel du sacrifice, pour le salut des pécheurs, des âmes. Ta douleur est offerte pour le salut des pécheurs. Je t’accablerai pour servir mon but, ma fille, c’est ainsi que ton Jésus t’aime, en t’accablant pour le salut des pécheurs. Pense que là où il y a des maîtres, il y a des disciples et où il y a des disciples, il y a des Judas. Mais je ne veux pas que tu te tourmentes. Aie de la constance dans mon amour, aie confiance en Moi. Les hommes ont oublié le nom de Dieu, s’adonnant aux plaisirs du monde. La vanité, le manque d’amour et de charité les conduit vers le mal. Aime nos Cœurs qui te protégeront. Vous, mes enfants, renoncez à vos biens, aux plus petites choses. Détachez-vous du monde, venez à mon Cœur. Je veux former avec vous un grand troupeau si vous renoncez à vos biens matériels. Vous recevrez cent pour un. Le renoncement, le sacrifice, la souffrance ne seront pas vains, ma fille.

    Je veux que vous soyez des imitateurs du Christ, mes enfants, soyez humbles. Ne faites pas ce que Satan attend de vous : l’orgueil, la désobéissance, le manque d’amour. Qu’il y ait de la charité entre vous, soyez humbles et obéissants.

    Baise le sol, ma fille, en réparation pour tous les péchés commis. Accepte la souffrance et glorifie mon nom.

    - La Sainte Vierge :

    Mes enfants, écoutez mon Fils pour entendre un jour les hymnes célestes. Ni l’œil n’a vu, ni l’oreille n’a perçu la grandeur du Ciel. Beaucoup d’âmes ne voulant pas s’humilier, ne participent pas à cette grandeur, et elles font comme Satan qui, par sa révolte et sa désobéissance, perdit cette jouissance à jamais. Réfugiez-vous en mon Cœur Immaculé qui triomphera sur toute la terre. Soyez fidèles à l’Eglise et aimez son Vicaire. Je te promets de répandre des grâces spéciales sur les âmes qui viendront ici contrites et repenties.

    Et toi, ma fille, que rien ne t’angoisse, il ne vaut pas la peine de s’angoisser pour des choses sans importance. Pense, ma fille, que plus tu approcheras du but, plus Satan te mettra d’obstacles mais Je serai ton guide et ton aide, Je te protégerai de mon manteau. Toi, ma fille, aime nos Cœurs, sois fidèle et constante, et Nous ne t’abandonnerons pas.

    Je vous veux tous pauvres, mes enfants, imitez la pauvreté du Christ, son humilité et son obéissance. On n’attache pas d’importance à l’obéissance alors qu’elle est très importante, mes enfants. Soyez constants dans la prière, le sacrifice et l’amour, mes enfants. Récitez chaque jour les trois chapelets du Saint Rosaire. Le Saint Rosaire, mes enfants, je vous l’ai redit souvent, sera l’ancre de salut. Restez fermes dans la Foi, dans l’Espérance et dans la Charité.

    Et toi, ma fille, pardonne à tous ceux qui veulent te nuire, mais personne ne pourra nuire à ton âme, ma fille.

    Aujourd’hui, Je vais donner une bénédiction spéciale à tous les objets qui serviront à enflammer d’amour les cœurs endurcis. Levez tous les objets, mes enfants, tous seront bénis. Respectez mes paroles et celles de mon Fils, mes enfants, et nous répandrons beaucoup de grâces dans vos âmes. Je vous bénis, mes enfants, comme le Père vous bénit, par le Fils et avec le Saint-Esprit. Au revoir, mes enfants, au revoir.

    MENSAJE DEL DÍA 5 DE AGOSTO DE 1989, PRIMER SÁBADO DE MES,

    EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
     
     

         EL SEÑOR:

         Hija mía, hoy vengo con el consejo del amor. Mira mi cuerpo llagado, mira mis miembros atrofiados por el dolor. Todo esto, hija mía, por la salvación de los hombres.

         Yo me comunico a los hombres, hija mía, por medio de la Palabra, que es el Verbo; y les enseño que imiten mi Pasión, que cambien sus vidas, que sean buenos. Los hombres me desprecian y yo sigo comunicándoles mis palabras. Yo, hija mía, dejé a mi Madre; renuncié a mi nombre de Rey, me entregué en manos de los verdugos, me dejé azotar, me dejé calumniar, hija mía. Fui despreciado, odiado, me despojé de mis vestiduras, renuncié a la vida por la salvación de los hombres, hija mía, y los hombres siguen endurecidos en el pecado.

         Por eso, hija mía, mi pequeña portavoz, no quiero que nada te angustie, ni las calumnias, ni los desprecios, ni los ultrajes.

         Perdona, hija mía, a los que te desprecian, ten piedad con todos aquéllos que quieren dañar mi Obra; no podrán, hija mía, dañar mi Obra. Yo, tu Dios, te prometo ayuda, en todas las necesidades, a esta Obra, y me valdré de las criaturas para ese fin, hija mía. Tú, acerca tu alma al altar del sacrificio, hija mía. Tu dolor es un don para la salvación de los pecadores. Yo te exprimiré para mis fines, hija mía; así te ama tu Jesús, exprimiéndote para la salvación de las almas.

         Piensa, hija mía, que donde hay maestros, hay discípulos, y donde hay discípulos, hay judas, pero no quiero que nada te angustie; tú, ten constancia en mi amor y ten confianza en mí, hija mía.

         Los hombres se han olvidado del Nombre de Dios, y se introducen en los placeres del mundo, hija mía; sus vanidades, su falta de amor, de caridad, hija mía, los introduce en el mal.

         Ama nuestros Corazones, y nuestros Corazones te protegerán.

         Y vosotros, hijos míos, todos, renunciad a vuestras cosas. Renunciad a las cosas más pequeñas que tengáis. Despojaos del mundo, hijos míos, y acercaos a mi Corazón. Quiero formar un gran rebaño de vosotros, pero os quiero renunciando a todos vuestros bienes, hijos míos, materiales.

         Mira, hija mía, aquí recibirán el ciento por uno. Vale la pena la renuncia, el sacrificio, el sufrimiento, hija mía.

         Quiero que seáis imitadores de Cristo, hijos míos, sed humildes. No hagáis lo que Satanás quiere de vosotros: la soberbia, la desobediencia, la falta de amor. Que haya caridad entre vosotros, hijos míos, y sed humildes y obedientes.

         Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantos y tantos pecados como se cometen en el mundo...

         Y tú, hija mía, acepta el sufrimiento y glorifica mi nombre.
     
     

         LA VIRGEN:

         Hijos míos, escuchad la palabra de mi Hijo, para que un día, hijos míos, podáis escuchar los himnos de gloria que hay en el Cielo, hijos míos.

         Ni el ojo vio, ni el oído oyó, hija mía, la grandeza que hay en el Cielo. Muchas almas, por no humillarse, hija mía, no participan de esta grandeza; y les pasa, hija mía, lo que a Satanás: que por su rebeldía y su desobediencia perdió este gozo eternamente, hija mía.

         Refugiaos en mi Inmaculado Corazón, hijos míos, mi Corazón Inmaculado triunfará sobre la Tierra. Sed hijos fieles de la Iglesia y amad a su Vicario.

         Yo prometo, hija mía, derramar gracias especiales sobre todas las almas que acudan a este lugar, contritos y arrepentidos.

         Y tú, hija mía: que nada te angustie, no vale la pena angustiarse por cosas pequeñas; piensa, hija mía, que cuanto más cerca estés de la meta, más obstáculos te va a poner Satanás, hija mía, para tropezar. Yo seré tu guía y tu ayuda, yo te protegeré con mi manto. Tú ama a nuestros Corazones, sé fiel y constante, hija mía, y nosotros no te abandonaremos.

         Os quiero a todos pobres, hijos míos, imitad la pobreza de Cristo, la humildad y la obediencia. No se le da importancia a la obediencia y es muy importante, hijos míos. Sed constantes en la oración, en el sacrificio y en el amor. Rezad todos los días las tres partes del santo Rosario. El santo Rosario, hijos míos, os he repetido muchas veces, será el ancla de salvación.

         Permaneced firmes en la fe, en la esperanza y en la caridad.

         Y tú, hija mía, perdona a todos aquéllos que quieran dañar tu cuerpo, pero que nunca podrán dañar tu alma, hija mía.

         Hoy voy a dar una bendición especial a todos los objetos, para aquellos corazones endurecidos, para que se inflamen de mi amor.

         Levantad todos los objetos, hijos míos; todos serán bendecidos...

         Cumplid con mis palabras y con las palabras de mi Hijo, hijos míos, y derramaremos muchas gracias sobre vuestras almas.

         Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

         Adiós, hijos míos. Adiós.

    2 septembre 1989

    Arrivé au Pré-Neuf, le groupe accompagnant Amparo commence la récitation des 15 mystères du Rosaire par les mystères glorieux. A la 5e dizaine des mystères douloureux, Amparo entre en extase contemplant Jésus crucifié et sa sainte Mère affligée. Elle voit de même saint Jean et sainte Marie-Madeleine. Notre-Seigneur lui parle ainsi :

    Ma fille, Je viens répandre ma miséricorde et mon amour sur les hommes mais ceux-ci restent sourds, vivant dans la haine, l’avarice et les plaisirs. Je veux former un grand troupeau pour mon Royaume qui arrivera bientôt, comme l’éclair. Mon Royaume est proche et les hommes n’écoutent pas ma parole.

    Je demande réparation pour les pauvres pécheurs mais les hommes vivent dans l’oisiveté et les plaisirs, oubliant la prière et le sacrifice. Je suis en train de sceller les fronts et Satan persécute ce signe. Mais ce signe prévaudra et les portes de l’enfer demeureront fermées devant lui.

    Ma fille, regarde l’indifférence des hommes, vois comment est mon visage. Lève-toi et soigne mes blessures. Lave mon visage. (Amparo se met debout. On la voit prendre quelque chose, un linge, selon ce qu’elle a dit ensuite, et laver les plaies du Seigneur). Guéris-Moi de la haine, de l’indifférence, de la colère, de l’envie et des plaisirs des hommes. Ils confondent l’indifférence avec la charité ; la charité est souffrance, sacrifice parce qu’amour, quoique parfois l’amour soit également joie. Que de fois Je t’ai dit qu’il n’y a pas d’amour sans souffrance ni de joie sans sacrifice. Bois à mon Côté, ma fille et enseigne aux hommes le véritable amour qui en jaillit. (On la voit lever la tête, se hausser, et on l’entend clairement boire.)

    Transmets cela, ma fille. Dis que l’amour n’est pas la discorde, n’est pas la haine, n’est pas le plaisir, n’est pas l’envie. Consume-toi d’amour, unis-toi à ma Croix : nous réparerons tous deux les péchés des hommes. Enseigne l’amour désintéressé, net, abandonné. Regarde l’exemple de ma Mère, de Jean et Marie (Madeleine). Contemple-les devant la douleur et y participant. Vois ton Dieu outragé, ce qu’est devenue la Majesté divine. (Plaintes d’Amparo). A genoux, ma fille. Humilie-toi pour les péchés des hommes ; incline ta tête devant Dieu, ton Créateur. (Elle s’agenouille et baisse la tête.). Aime Dieu, ton Créateur. Répare les offenses qui sont faites à Dieu, ton Créateur, ma fille. Les hommes se haïssent jusqu’à la mort.

    Regarde mes mains, mon côté, tout mon corps. Tout cela arrive par l’indifférence des hommes. (Sanglots plus forts d’Amparo) Aime et enseigne à aimer. Les hommes confondent l’amour et l’indifférence. Ma Miséricorde s’épuise et dans peu de temps Je viendrai appliquer la justice à la terre. Je n’entendrai pas les lamentations et Je ne compatirai pas aux angoisses des hommes. Je donne maintenant des avertissements pour tout le globe terrestre, pour que les hommes se convertissent. Mais ils continuent avec leurs passions, les désordres, ils sont matérialistes. Ma venue les prendra au dépourvu. Malheur à ceux qui ne sont pas préparés ! Aimez-vous les uns les autres, mes enfants.

    Et vous, âmes consacrées, après vos exercices de piété, occupez-vous moins du monde et de l’argent. Priez et sacrifiez-vous pour les pauvres pécheurs. Ne jugez pas. Moi seul, Je connais la profondeur des cœurs. Ne provoquez pas de discordes entre vous. Les épouses du Christ doivent être fidèles et ne pas contrarier l’Epoux. Occupez-vous à élever votre esprit et oubliez les choses matérielles. Il ne suffit pas d’écrire et lire le message, mes filles, mais il faut donner témoignage par votre exemple. Je veux des épouses fidèles capables de renoncer à tout par amour. Qu’il n’y ait pas de critiques entre vous ; de la compassion, mais pas de critiques. Vivez, imitez ce grand docteur qui vécut pour l’Eglise et mourut pour elle. Soyez fidèles à votre vocation. Dehors l’orgueil ! Pratiquez la charité divine. Ne m’ôtez pas ce petit nombre qui me reste encore comme refuge. Renoncez à vos richesses et à vos vanités. Je veux que vous soyez chaque jour plus unis, plus humbles et plus offerts en sacrifice.

    Le Royaume de Dieu est proche. Veillez et ayez toujours la lampe allumée pour que l’ennemi qui guette ne puisse s’emparer de votre âme. Je puis venir dans l’obscurité de la nuit. Ne soyez pas des sots, ayez la lampe préparée. Priez et qu’on accoure en ce lieu pour que les fronts aient leur sceau, empêchant Satan de s’emparer des âmes.

    Toi, ma fille, sois humble, unis-toi à mon Cœur et console-le. J’ai soif d’amour, pur et vrai. L’amour désordonné des hommes ne me plaît pas. Combien de ceux qui se croient grands sur terre n’entreront pas dans le Royaume des Cieux ! Mais ceux qui sont les petits, méprisés et incompris, mon Royaume leur est préparé. Aimez-vous les uns les autres, mes enfants. Unissez-vous dans la prière, le sacrifice, la générosité. Baise le sol, ma fille, en réparation pour tous les péchés commis dans le monde.

    N’abandonnez pas la prière du chapelet. Imitez ma Mère, mes enfants. Accourez à son Cœur Immaculé, Il vous protégera. Ne vous souciez pas de la calomnie, ni du mépris. Je fus calomnié, méprisé, outragé ; je le fus à cause de mon amour pour les hommes. Les anges de la justice sont préparés pour donner l’avertissement et faucher le mal qu’il y a sur terre. Levez tous les objets ; tous seront bénis avec des bénédictions spéciales pour la conversion des âmes. Je vous bénis, mes enfants, comme le Père vous bénit, par le Fils et avec le Saint-Esprit. Je vous laisse la paix, mes enfants.

     MENSAJE DEL DÍA 2 DE SEPTIEMBRE DE 1989, PRIMER SÁBADO DE MES,

    EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
     
     

         EL SEÑOR:

         Hija mía, hoy vengo a derramar mi amor y mi misericordia sobre los hombres, pero los hombres se hacen los sordos y se introducen en el odio, en la avaricia y en los placeres, hija mía. Yo quiero formar un gran número para mi Reino; y mi Reino llegará pronto, como el relámpago. Mi Reino está presto, hija mía, y los hombres no escuchan mi palabra.

         Yo pido reparación por los pobres pecadores, y los hombres se introducen en los placeres, en el ocio y olvidan la oración y el sacrificio. Yo estoy sellando frentes y Satanás persigue esta señal. Pero esta señal prevalecerá en las frentes, y las puertas del Infierno prevalecerán cerradas ante esta señal.

         Mira, hija mía, el desamor de los hombres, cómo está mi rostro. Levántate, hija mía, y cura mis heridas... Limpia mi rostro, hija mía. Cura el odio, el desamor, la ira, la envidia y los placeres de los hombres... Los hombres confunden el desamor con la caridad; la caridad es dolor, hija mía, es sacrificio, porque es amor, aunque a veces el amor es gozo también. Pero cuántas veces te he dicho, hija mía, que no hay amor sin dolor, ni gozo sin sacrificio. Bebe de mi costado, hija mía, y enseña a los hombres el verdadero amor que mana de él... Transmíteselo, hija mía, y di que el amor no es discordia, no es odio, no es placer, no es envidia.

         Hija mía, consúmete de amor, únete a mi Cruz y los dos repararemos los pecados de los hombres. Enseña el amor desinteresado, limpio, entregado; mira el ejemplo en mi Madre, en Juan y en María; contémplalos ante mi dolor: participan de él. Mira todo un Dios ultrajado. Mira la Majestad Divina cómo ha quedado... Arrodíllate, hija mía, y humíllate por los pecados de los hombres... Inclina tu cabeza ante Dios, tu Creador...  Ama a Dios, tu Creador. Repara las ofensas que hacen a Dios, tu Creador, hija mía. Los hombres se odian a muerte. Mira mis manos, mira mi costado, hija mía; mira todo mi cuerpo. Todo esto es producido por el desamor de los hombres. ¡Ama y enseña a amar, hija mía, que los hombres confunden el amor con el desamor! Yo estoy agotando mi misericordia y dentro de breves momentos vendré a aplicar la justicia sobre la Tierra. No oiré lamentos, ni me compadeceré de las angustias de los hombres. Estoy dando avisos por todo el globo terrestre para que los hombres se conviertan; y los hombres siguen en la pasión, en el desorden, materializados, hija mía. No hacen caso, y mi venida les pillará desprevenidos y ¡ay de aquéllos que no estén preparados!

         Amaos los unos a los otros, hijos míos.

         Y vosotros, almas consagradas, desde vuestros retiros, ocupaos menos del mundo y del dinero, y orad y sacrificaos por los pobres pecadores. No juzguéis; sólo yo sé la profundidad de los corazones; y no arméis discordias entre vosotros.

         Las esposas de Cristo tienen que ser fieles y no disgustar al Esposo. Ocupaos de elevar vuestro espíritu y olvidaos de las cosas materiales. No sólo se escribe y se lee el mensaje, hijas mías, sino hay que dar testimonio del mensaje con vuestro ejemplo. Yo quiero esposas fieles y capaces de renunciar a todo por mi amor. En vosotras no entre la crítica, sí el lamento, pero no la crítica, hijas mías. Vivid, imitad a esa gran doctora que vivió por la Iglesia y murió por la Iglesia. Sed fieles a vuestra vocación. Fuera el orgullo y practicad la caridad divina. ¡No me defraudéis ese pequeño número que aún queda, para poderme refugiar en él!

         Y vosotros: renunciad a vuestras riquezas y a vuestras vanidades. Y os quiero cada día más unidos, más humildes y más sacrificados.

         El Reino de Dios está cerca, hijos míos, velad y tened siempre la lámpara encendida para que el enemigo no pueda acechar y robar vuestra alma. Puedo venir en la oscuridad de la noche; no seáis necios y tened la lámpara preparada. Orad, hijos míos, y que acudan a este lugar para sellar todas las frentes, para que Satanás no pueda apoderarse de las almas.

         Tú, hija mía, sé humilde, muy humilde; únete a mi Corazón y consuélale. Estoy sediento de amor, de amor limpio, puro y verdadero. No me gusta el amor desordenado de los hombres. ¡Cuántos de los que se parecen grandes y se creen grandes en la Tierra no entrarán en el Reino del Cielo! Y ¡ay de aquellos pequeños que son despreciados e incomprendidos!, mi Reino está preparado para ellos.

         Amaos, hijos míos, los unos a los otros. Uníos en oración, en sacrificio, en el desprendimiento.

         Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantos y tantos pecados como se cometen en el mundo...

         No dejéis de rezar el santo Rosario. Imitad a mi Madre, hijos míos. Acudid a su Inmaculado Corazón, él os protegerá.

         No os angustiéis ni de la calumnia ni del desprecio. Yo fui calumniado y despreciado, ultrajado; todo fue a causa de mi amor por los hombres.

         Los ángeles de la justicia están preparados para dar el aviso y segar lo malo que hay en la Tierra.

         Levantad todos los objetos, hijos míos; todos serán bendecidos con gracias especiales para las conversiones de las almas...

         Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

         La paz os dejo, hijos míos.

    7 octobre 1989

    - La Sainte Vierge :

    Je viens attristée car les hommes méprisent mon Cœur jusque dans ma propre maison, dans mon Eglise ils font disparaître mes statues. Aussi Je veux former un grand troupeau qui aime mon Cœur et me vénère, comme le veut le Tout-Puissant. Il a voulu que Je sois le moyen de la Rédemption par le mystère de l’Incarnation, mais les hommes méprisent la Mère de Dieu comme si elle était une femme ordinaire. La plénitude de la Divinité était dans le Christ et la Divinité est entrée dans mon ventre se faisant chair en Moi ; la Divinité du Christ fut enfantée ainsi avec son corps. Comment les hommes peuvent-ils dire que c’est une hérésie d’être la mère de la Divinité du Christ ? Le Christ a dit : " Je suis l’alpha et l’oméga, le commencement et la fin ; celui qui croit en ma parole aura la vie éternelle et celui qui n’y croira pas aura la condamnation éternelle ". Le Dieu Créateur opéra en sa servante de grands mystères. Dès avant ma naissance, Il prépara aussi ma sainte mère à ce grand mystère.

    Elle était devenue stérile après la naissance de ma sœur. Le mystère de ma naissance s’accomplit par la grâce du Dieu Créateur. Mes parents étaient tristes car à la naissance de ma sœur Marie, ma mère pensait que naîtrait une fille préférée et choisie par le Seigneur ; c’est ce que lui avait dit une prophétesse, mais quand elle devint stérile et qu’elle vit que son enfant n’était pas celle qui avait été choisie par le Seigneur, elle s’attrista beaucoup car elle croyait qu’elle avait offensé Dieu. En effet, une servante de sa maison avait gravement offensé Dieu avec un cousin de mon père. Ma mère l’avait tant blâmée et la servante en avait ressenti tant de douleur qu’elle donna naissance à un enfant mort-né. A cette époque naquit aussi ma sœur Marie avant terme, et ma mère croyait qu’elle avait offensé Dieu en grondant cette pauvre femme, et depuis ce moment elle se consacra davantage à la pénitence, au sacrifice et à la prière. Mes parents prièrent ensemble et promirent à Dieu la chasteté et le sacrifice. En voyant que le ventre de ma mère restait fermé par la stérilité, mon père souffrait beaucoup en son cœur et ils furent rejetés par beaucoup de juifs car elle était stérile. C’est pourquoi mon père offrait les meilleures bêtes de son troupeau au Temple mais les prêtres le méprisaient. Mais un ange annonça ma naissance à ma mère en prière et lui dit : " Je te salue, prends tes servantes avec toi et va à Jérusalem, à la Porte-Dorée. Tu redeviendras fertile et tu donneras naissance à une Fille ".

    Ma mère ressentit une telle joie en son cœur qu’elle demeura en extase et transportée par l’amour de Dieu. Elle se coucha et elle revit en songe l’ange qui écrivit un nom sur le mur de sa chambre : " Myriam ". " Ainsi sera appelée la Fille qui naîtra de ton ventre. Elle sera la Mère du Messie ". A Joachim aussi ce mystère fut révélé. Alors mon père, qui était triste et contrarié parce qu’il croyait avoir offensé Dieu et à cause du mépris des prêtres et du rejet de ses offrandes, s’était retiré plusieurs mois pour prier. Quand l’ange lui annonça ce même message qu’il avait annoncé à ma mère, il se mit en route, prit les meilleures bêtes de son troupeau et les partagea. Les meilleures furent pour le Seigneur, les autres pour les pauvres, les moins belles pour lui.

    Il alla au Temple et on lui dit que Marie Anne l’attendrait à la porte-Dorée. Là eut lieu le grand mystère de ma naissance. Dieu Créateur remplit mon père de grâce et ne me soumit pas au péché originel. L’ange dit : " Joachim, de ton œuvre naîtra une Fille, elle se nommera Marie, en elle s’opéreront de grands mystères. Dieu lui donnera pouvoir d’écraser l’ennemi et toutes les générations l’appelleront Bienheureuse ". Mon père alla à Jérusalem et il y retrouva ma mère. Ils passèrent par la Porte Etroite, et le prêtre qui l’avait rejeté et méprisé le reçut avec de grands honneurs en le félicitant et en recueillant ses offrandes. Il embrassa ma mère et le mystère de ma naissance, de mon incarnation se mit en œuvre.

    - Amparo :

    Je vois une lumière comme un épi resplendissant et quand Joachim embrasse Anne, il s’égrène et entre en elle. Tous les deux sont en extase, dans une extase d’amour. Sa tristesse a disparu. Comme ils sont joyeux ! Ils sortent du temple en se tenant par la main et crient : " Le Tout-Puissant a opéré en moi un grand mystère. De mon ventre naîtra la Mère du Messie, et on lui donnera le nom de Myriam, ce qui veut dire Marie, Mère de l’humanité. Elle sera la Tour d’ivoire, la Maison d’or, l’Arche d’alliance, où seront gardés tous les mystères ; le moyen que Dieu donne à l’humanité pour que s’incarne le Rédempteur du monde. "

    - La Sainte Vierge :

    Que les hommes méprisent mon Cœur, ma fille ! Comme ils me rejettent, même mes fils privilégiés ! C’est pourquoi je veux former un grand troupeau, car, en ces temps devenus si graves à cause du péché, Dieu ne permet pas que Je reste cachée, Moi qui suis le moyen pour conquérir les âmes et les conduire jusqu’au Christ. Il veut que Je sois en pleine lumière.

    Pauvre humanité corrompue par le péché ! Le plus grand châtiment qui puisse tomber sur elle, c’est que l’homme n’accepte pas la grâce de Dieu. Ils se gouverneront par eux-mêmes et se tueront les uns les autres. Ils s’envieront, se mépriseront, se détruiront : c’est le plus grand châtiment qui va tomber sur l’humanité. Aussi Je veux former un grand troupeau où tous glorifieront Dieu et où mon Cœur sera vénéré. Je veux que vous viviez l’Evangile tel qu’il est écrit, mes enfants. Vivez dans la pauvreté, renonçant à vos biens, alimentez-vous de la sève de l’Evangile.

    Ceux qui accourront à ce lieu recevront de grandes grâces pour évangéliser la terre. Les hommes ont oublié la parole de Dieu. Je veux des âmes réparatrices, sacrifiées, pauvres et humiliées. Humiliez-vous ; celui qui s’humilie sera élevé aux yeux de Dieu, celui qui sera pauvre sur terre sera riche dans l’éternité. Il recevra éternellement au Ciel, les dons qu’il a laissés sur terre. Aimez-vous les uns les autres et cherchez la gloire de Dieu. Ne cherchez pas vos honneurs ni votre gloire sur la terre.

    Toi, ma fille, humilie-toi. Bienheureux celui qui te méprise et qui te calomnie, car c’est lui qui prépare ton chemin vers l’éternité. Ne lui rend pas son mépris, appelle-le bienheureux, parce que grâce à lui, tu te réjouiras pour l’éternité. Baise le sol ma fille, en réparation pour tant de péchés qui sont commis dans le monde. Réfugiez-vous dans mon Cœur Immaculé car il triomphera et écrasera la tête de Satan. Mon Cœur triomphera sur toute l’humanité.

    Soyez humbles, mes enfants, détachez-vous de tous vos biens et mettez tout en commun comme les premiers chrétiens. Que rien ne soit à vous, et que ce qui est à vous soit à tous. Mais ne faites pas comme ce jeune homme dans l’Evangile qui se présente devant le Christ et lui dit : Bon Seigneur, j’ai accompli tout ce que Tu as dit. Mais quand Il lui demande de renoncer à ses biens, cela ne lui plaît pas, son cœur s’attriste et se remplit d’orgueil et il ne veut pas accepter la parole du Christ.

    Ceux qui veulent être disciples du Christ doivent être généreux, humbles et humiliés. Levez tous les objets, mes enfants, ils seront bénis avec des bénédictions spéciales. Je promets aujourd’hui à tous ceux qui accourent en ce lieu que leurs fronts seront marqués avec une protection spéciale pour changer de vie. Levez les objets, tous seront bénis par les Anges gardiens. Je vous bénis, mes enfants, comme le Père vous bénit, par l’intermédiaire du Fils et avec le Saint-Esprit. Au revoir, mes enfants, au revoir.

     MENSAJE DEL DÍA 7 DE OCTUBRE DE 1989, PRIMER SÁBADO DE MES,

    EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
     
     

         LA VIRGEN:

         Hijos míos, vengo triste porque los hombres me desprecian, desprecian mi Corazón. En mi propia casa, en mi Iglesia, hacen desaparecer mi imagen. Por eso quiero formar un gran rebaño que ame mi Corazón y me venere. Así lo quiere el Todopoderoso. El Todopoderoso quiso que yo fuese el medio de la Redención por el misterio de la Encarnación; y los hombres desprecian a la Madre de Dios, la dejan como mujer que tuvo al hombre. En Cristo estaba la plenitud de la divinidad, y la divinidad entró dentro de mi vientre y se hizo carne, y salió la divinidad de dentro de mi vientre con cuerpo, alma y divinidad. ¿Cómo los hombres dicen que es una herejía ser Madre de la divinidad de Cristo? Dice Cristo: “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin; el que cree en mi palabra tendrá vida eterna, y el que no cree en mi palabra tendrá condenación eterna”; así dice Cristo. Y Dios Creador quiso obrar en su esclava grandes misterios. Desde antes de mi nacimiento obró en mi santa madre el gran misterio de mi nacimiento. Quedando estéril después de mi hermana, Dios Creador quiso, por su gracia, hacer el misterio de mi nacimiento. Mis padres estaban tristes, cuando al nacer mi hermana María, mi madre estaba pensando en que nacería su hija predilecta y su hija privilegiada del Señor; así le profetizó una profetisa. Pero cuando nació y se quedó estéril, vio que no era la privilegiada del Señor; su corazón se entristeció mucho, creyendo que había ofendido a Dios, porque una criada de la casa de mi madre había ofendido gravemente a Dios con un primo de mi padre. Mi madre le reprendió hasta tal punto que la criada tanto dolor sintió en su corazón que el niño nació muerto.

         Por ese tiempo, mi hermana María nació también antes de los nueve meses, y mi madre creyó que había ofendido a Dios regañando a esa pobre mujer, y, desde ese momento, empezó la penitencia, el sacrificio y la oración más profunda. Mi padre y mi madre oraban juntos y prometieron a Dios la castidad y el sacrificio. Viendo mi padre que su vientre se quedó cerrado por la esterilidad, sufrió su corazón mucho y eran repudiados por muchos judíos porque era estéril, hasta tal punto que mi santo padre presentaba los mejores presentes de su rebaño en el templo y los sacerdotes lo despreciaban. Hasta que un ángel, estando mi madre en oración, vino a anunciarle mi nacimiento y le dijo: “Ana, coge a los criados y vete a Jerusalén, a la Puerta Dorada; tendrás fertilidad y nacerá de ti una hija”. Mi madre sintió tal regocijo en su corazón que quedó extasiada y arrebatada por el amor de Dios. Se acostó y en sueños volvió a manifestársele el ángel y sobre la pared de su alcoba escribió un nombre: “Miriam”. “Así se llamará la Niña que nazca de tu vientre. Será la Madre del Mesías. A Joaquín, también le ha sido revelado este misterio”. Pues mi padre, triste y disgustado, porque creía haber ofendido a Dios y por el desprecio de los sacerdotes y el rechazo de sus presentes, se había marchado a una casa de oración y hacía varios meses que no estaba en compañía de mi madre. Cuando el ángel le anunció el mismo mensaje que le había anunciado a mi madre y que se pusiese en camino, de su rebaño cogió los mejores presentes y los partió. Los mejores fueron para el Señor, los otros mejores fueron para los pobres y los peores se quedó él con ellos. Acudió al templo, y le dijo que en la Puerta Dorada estaría María[1] esperándole. Allí se obró el gran misterio de mi nacimiento. Dios Creador llenó a mi padre de gracias y me evitó a mí del pecado original. Le dijo el ángel: “Joaquín, de tu obra nacerá una niña y se llamará María, y en Ella se obrarán grandes misterios, y Dios le dará poder para aplastar al enemigo y la llamarán todas las generaciones bienaventurada”. Mi padre fue a Jerusalén y allí se juntó con mi madre; pasaron por la Puerta Estrecha, y el sacerdote, que antes le había repudiado y despreciado, le recibió con grandes honores, dándole la enhorabuena y recogiendo sus presentes. Al besar a mi madre se obró el misterio de mi nacimiento, de mi encarnación.
     
     

         LUZ AMPARO:

         Veo una luz como una espiga reluciente que, cuando besa Joaquín a Ana, se desgrana y entra dentro de ella. Están los dos en éxtasis, en un éxtasis de amor. Su tristeza ha desaparecido. ¡Ay, qué alegría tienen los dos, ay! Los dos cogidos de la mano salen del templo y a la salida gritan: “El Poderoso ha obrado en mí un gran misterio. De mi vientre nacerá la Madre del Mesías, y se le pondrá el nombre de Miriam, que quiere decir María, Madre de la Humanidad. Será la Torre de Marfil, la Casa de Oro, el Arca de la Alianza, donde serán guardados todos los misterios. ¡El medio que Dios pone a la Humanidad para que se encarne la Redención del mundo!”.
     
     

         LA VIRGEN:

         ¡Cómo los hombres desprecian mi Corazón, hija mía!, ¡cómo me rechazan hasta mis mismos hijos predilectos! Por eso quiero formar un gran rebaño, porque Dios no permite que en estos tiempos tan graves por el pecado... —yo que soy el medio para conquistar a las almas y llevarlas a Cristo—, Dios no permite que me oculten y quiere que esté a la luz.

         ¡Pobre Humanidad, hijos míos! La Humanidad está corrompida por el pecado. El mayor castigo que puede caer sobre la Humanidad es que el hombre no acepta la gracia de Dios. Y ellos solos se gobernarán por sí mismos y se matarán unos a otros. Se envidiarán, se despreciarán, se destruirán. Ése es el mayor castigo que va a caer sobre la Humanidad. Por eso quiero formar un gran rebaño, donde todos glorifiquen a Dios y donde mi Corazón sea venerado. Por eso quiero que viváis, hijos míos, el Evangelio tal como está escrito, que viváis en pobreza, que renunciéis a vuestros bienes y que os alimentéis de la savia del Evangelio.

         Y todo el que acuda a este lugar recibirá grandes gracias para que pueda evangelizar a la Tierra. Los hombres han olvidado la palabra de Dios. Quiero almas reparadoras, sacrificadas, pobres y humilladas. Humillaos, que todo el que se humilla será ensalzado ante los ojos de Dios, y todo el que sea pobre en la Tierra será rico en la eternidad. Porque con todos los dones que haya dejado en la Tierra, los recibirá eternamente en el Cielo.

         Amaos unos a otros y buscad la gloria de Dios, no busquéis vuestros honores ni vuestra gloria en la Tierra.

         Tú, hija mía, humíllate, y bienaventurado el que te desprecie y te calumnie, porque él será el que te siembre el camino de la eternidad. No le desprecies, llámale bienaventurado, porque por él gozarás eternamente.

         Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantos y tantos pecados como se cometen en el mundo...

         Refugiaos en mi Inmaculado Corazón, pues él triunfará y aplastará la cabeza de Satanás. Sobre toda la Humanidad triunfará mi Corazón.

         Sed humildes, hijos míos, desprendeos de todos vuestros bienes y ponedlos todos en comunidad, como los primeros cristianos. Y que no sea nada vuestro; que lo vuestro sea de todos. Pero no hagáis lo que aquel joven del Evangelio, cuando se presenta ante Cristo y le dice: “Señor bueno, yo ya cumplo con todo lo que Tú has dicho”. Y le pide que renuncie a sus bienes, y eso no le agradó, y su corazón se entristeció y se llenó de soberbia, y no quiso aceptar la palabra de Cristo.

         Los que quieran ser discípulos de Cristo tienen que ser desprendidos, humildes y humillados.

         Levantad todos los objetos, hijos míos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales. Y todos los que acudan a este lugar, hoy prometo que serán selladas sus frentes con una protección especial para cambiar sus vidas.

         Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos por los ángeles custodios...

         Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

         Adiós, hijos míos. Adiós.

    [1] Luz Amparo ha aclarado después que se trata de santa Ana, cuyo nombre completo, según la vidente, era María Ana.

    4 novembre 1989

    Mes enfants, voici votre Mère venant avec son manteau protéger tous ceux qui accourent en ce lieu. Ne vous laissez pas tromper ni séduire par Satan qui veut détruire mon œuvre ; beaucoup de faux voyants sont venus ici pour entraîner un grand nombre d’âmes. Priez pour que vous sachiez distinguer la main de Dieu et celle de l’ennemi. Satan séduit l’humanité pour s’en emparer en grande partie. Il fait la conquête des jeunes par des modes immorales et scandaleuses pour provoquer les hommes ; ils tombent dans la luxure, ensuite dans la drogue, l’alcool, le vol et le crime.

    Que vos prières s’élèvent, réparez pour tant de péchés qui se commettent : il n’y a pas de moyens humains pour sauver l’humanité sinon la prière, l’amour et le sacrifice. Je veux que vous viviez dans une grande maison et renonciez à vos biens, les partageant avec les autres, puisque Dieu vous les a donnés. Je veux que vous ne soyez attachés à rien, vivant comme des pèlerins sur la terre, prêchant l’Evangile et aimant nos Cœurs. Les hommes ne veulent pas respecter les lois du Christ. Le monde est seulement soumis au péché et de grandes calamités tomberont sur la terre comme cela se fit avec le déluge alors que les hommes étaient aveugles et sourds. A cause de cela, Je veux un grand nombre d’âmes qui renouvellent leur esprit dans la pauvreté, l’humilité et l’obéissance. Je veux que vous soyez tous " un " et que ce que chacun a, soit à tous : cela c’est accomplir l’Evangile, mes enfants.

    Venez à Moi, et réfugiez-vous dans mon Cœur Immaculé : en lui se trouve l’Arche d’Alliance avec une fontaine inépuisable de grâces que je répandrai sur vous tous. Dieu a permis que mon Cœur les recueille pour les répandre sur les hommes. Avec elles, je ferai que vous soyez pauvres matériellement et en esprit, doux, pacifiques, miséricordieux, sachant pleurer vos péchés, sachant avoir faim et soif de justice et surtout, ayant le cœur pur.

    Tous ceux qui viendront à ce Cœur s’achemineront vers le salut, mais malheur à ceux qui ne veulent pas observer les lois du Christ : ils seront brûlés comme la paille sèche. Heureux ceux qui observent ces lois, ils verront le Soleil, et dans le Soleil ils trouveront les rayons du salut éternel. Semez pour la bonne récolte, mes enfants, vous recueillerez ce que vous aurez semé.

    Je veux que vous n’ayez rien en propre, que vous viviez comme les premiers chrétiens, que vous répariez pour tant et tant de péchés qui offensent nos Cœurs. Il n’y a qu’un seul chemin : le Christ, qui vous a laissé ces mots : " Je suis le chemin, la vérité et la vie ". Ni le mensonge, ni l’hypocrisie, ni la luxure n’entreront dans le Royaume des Cieux. Allez vers le Christ, qui est mansuétude et vous enseignera à être doux et humbles de cœur. Je promets à tous ceux qui viennent en ce lieu que je ne les abandonnerai pas, et à leur mort, je les conduirai moi-même au ciel. Approchez-vous des Sacrements : confessez vos fautes, recevant la grâce de conversion et de repentir.

    Le temps est proche et le salut est entre vos mains : priez pour ne pas succomber à la tentation. Aimez-vous les uns les autres. Je vous indiquerai le chemin : vous n’avez à faire que la volonté de Dieu. Toi, ma fille, Je te demande l’humilité et le sacrifice pour les pauvres pécheurs. Ne te tourmente pas de la calomnie ni du mépris. Baise le sol en réparation pour tant de péchés dans l’humanité. Notre Cœur est affligé parce que les hommes ne cessent d’offenser Dieu et que davantage d’âmes tombent chaque jour dans l’abîme. Elles se laissent séduire et tromper par les ruses de l’ennemi et elles rejettent la croix, mes enfants. Continuez à venir en ce lieu pour que mon Cœur répande les grâces sur vous tous.

    Ma bénédiction sera spécialement pour les moribonds. Tous les objets bénis appliqués à eux leur feront recevoir des grâces de vie éternelle. Je veux que vous vous réunissiez pour me saluer chaque jour par l’Angélus. J’aime tant cette salutation, mes enfants. Levez tous les objets afin que Je les bénisse pour les moribonds.

    Tous ont été bénis, mes enfants. Je vous bénis mes enfants, comme le Père vous bénit, par le Fils et avec le Saint-Esprit. Au revoir, mes enfants, au revoir.

    MENSAJE DEL DÍA 4 DE NOVIEMBRE DE 1989, PRIMER SÁBADO DE MES,

    EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
     
     

         LA VIRGEN:

         Hijos míos, aquí está vuestra Madre para protegeros con su manto a todos aquéllos que acudáis a este lugar. No os dejéis engañar ni seducir por Satanás. Satanás quiere destruir mi Obra, y muchos falsos videntes están acudiendo a este lugar para arrastrar a grandes masas de almas. Orad, hijos míos, para que sepáis distinguir la mano de Dios y la del enemigo. Satán está seduciendo a la Humanidad para apoderarse de gran parte de ella; a la juventud la conquista con modas inmorales y escandalosas para provocar a los hombres; caen en la lujuria, hijos míos, y después que han caído en la lujuria, caen en las drogas, en el alcohol, en el robo y en el crimen.

         Levantad vuestras plegarias, hijos míos, y reparad tantos y tantos pecados como se cometen en la Humanidad. No hay medio humano para salvar a la Humanidad que no sea la oración, el amor y el sacrificio.

         Quiero, hijos míos, que viváis en una gran casa y renunciéis a vuestros bienes y compartáis con los demás los bienes que Dios os ha dado. Quiero que no estéis apegados a nada; que viváis como peregrinos en la Tierra, predicando el Evangelio y amando nuestros Corazones. Los hombres no quieren acatar las leyes de Cristo. El mundo se ha sometido sólo al pecado, y grandes calamidades caerán sobre la Tierra; y lo mismo que cuando el Diluvio los hombres estarán ciegos y sordos. Por eso quiero, hijos míos, tener un gran número de almas y renovar vuestro espíritu en la pobreza, en la humildad, en la obediencia. Quiero que seáis todos uno, y que lo de todos sea de uno, y lo de uno sea de todos, hijos míos. Eso es cumplir el Evangelio.

         Venid a mí, hijos míos, y refugiaos en mi Inmaculado Corazón; en él está el Arca de la Alianza, donde hay una fuente inagotable de gracias, que la derramaré sobre todos vosotros. Dios ha permitido que todas las gracias las recoja mi Corazón para derramarlas sobre los hombres. Yo haré, hijos míos, que con todas estas gracias seáis pobres en la materia y en el espíritu, seáis mansos, seáis pacíficos, seáis misericordiosos, sepáis llorar vuestros pecados, sepáis tener hambre y sed de justicia y, sobre todo, hijos míos, seáis limpios de corazón.

         Todo el que venga a este Corazón será encaminado en el camino de la salvación, hijos míos. Pero, ¡ay de aquéllos que no quieren acatar las leyes de Cristo!, serán quemados como la paja seca. Y ¡ay, dichosos de aquéllos que acaten estas leyes!, verán el Sol, y en el Sol, de sus rayos, encontrarán la salvación eterna.

         Sembrad buena cosecha, hijos míos. Lo que sembréis, recogeréis.

         No quiero, hijos míos, que tengáis nada vuestro, quiero que viváis como los primeros cristianos; y quiero que reparéis tantas y tantas ofensas como ofenden nuestros Corazones. Sólo hay un camino, hijos míos, ese camino es Cristo; Él os lo dejó escrito: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”.

         No entrará en el Reino de los Cielos ni el mentiroso, ni el lujurioso, ni el hipócrita.

         Caminad hacia Cristo, hijos míos; Él es la Mansedumbre y os enseñará a ser mansos y humildes de corazón.

         Yo prometo a todo el que acuda a este lugar no abandonarle, y en el momento de la muerte llevarle al Cielo de mi mano.

         Acercaos a los sacramentos, hijos míos. Todos aquéllos que recibáis esta gracia, confesad vuestras culpas, convertiros y arrepentiros.

         El tiempo se acerca, hijos míos, y la salvación está en vuestras manos. Orad mucho, que orando no caeréis en tentación, hijos míos. Amaos los unos a los otros. Yo os iré indicando el camino. Vosotros no tenéis que hacer nada más que la voluntad de Dios.

         Tú, hija mía: te pido humildad y sacrificio por los pobres pecadores. Que no te angustie nada, ni la calumnia, ni el desprecio.

         Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantos y tantos pecados como se cometen en la Humanidad...

         Nuestro Corazón está afligido, hijos míos, porque los hombres no se paran de ofender a Dios y cada día se introducen más almas en el abismo. Se dejan seducir y engañar por la astucia del enemigo y rechazan la cruz, hijos míos.

         No dejéis de acudir a este lugar, que mi Corazón derramará gracias sobre todos vosotros.

         Esta bendición será especial para los moribundos. Todos aquellos objetos que sean bendecidos, aplicadlos sobre los moribundos y recibirán gracias de salvación eterna.

         Quiero que todos los días, hijos míos, os reunáis y me saludéis con el Ángelus, ¡me agrada tanto este saludo, hijos míos!

         Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con gracias especiales para los moribundos...

         Todos han sido bendecidos, hijos míos.

         Yo os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

         Adiós, hijos míos. Adiós.

    2 décembre 1989

    - La Sainte Vierge :

    Me voici, une fois de plus, pour parler aux hommes bien qu’ils refusent de m’entendre. Ils font davantage cas du prince du mensonge, du dévastateur, que de mes appels et mes messages. Ils disent qu’il n’est pas nécessaire de me manifester tant de fois, ils sont aveugles et sourds ! Le monde est rempli de crimes, d’enlèvements, d’envies, de luxure, de tiédeur, de manque d’amour. Les cœurs sont tièdes et ne peuvent recevoir ainsi la grâce. Le prince du mensonge est en train de faire des ravages dans l’humanité. Il attire les âmes par le mensonge et le plaisir et elles se laissent séduire. La plus grande partie des âmes consacrées s’occupent des choses de ce monde, du matériel plus que du spirituel. Leur égoïsme, leur attachement au monde éteignent la lumière dans leur cœur. Aussi mon Fils veut former un grand Royaume où régnera la justice, l’amour et la paix.

    - Le Seigneur :

    Moi, comme Fils de Marie, Je demande qu’on mette ma Mère à la place qui lui revient. Mon Père a voulu que ma Mère prenne part à tous ses dons. Il faut que les hommes acceptent que Marie soit la Mère de la Divinité du Christ car mon Père voulut que cette Divinité entrât en Elle et s’engendrât avec la chair et le sang de Marie, pour la faire participante de toutes ses grâces ; mais les hommes ont brouillé ces paroles. Quand ils les comprendront, ils auront la paix qu’ils désirent et qu’ils méritent si peu.

    Ce n’est pas que ma Mère fît la Divinité, mes enfants, la Divinité était déjà faite, elle est incréée, mais elle participa avec son humanité à la Divinité du Christ. Je ne veux pas qu’on considère ma Mère comme une simple femme du monde créé, mais qu’on la voie comme Mère de la Divinité du Christ ; Elle ne fut pas seulement Mère de l’humain mais Mère du Divin.

    Aussi en ces temps si graves, J’ai accordé à ma Mère qu’Elle soit la Bergère de mon troupeau car à l’intérieur de ce troupeau le nombre des loups augmente. Oui, ma fille, les âmes du troupeau du Christ sont persécutées par de grands loups. Aussi la Bergère ne peut dormir et elle veille sur lui.

    Accourez, mes enfants, vers le Cœur affligé et plein de tendresse de Marie ; réfugiez-vous en lui, faites-lui part de toutes vos peines et de vos joies, afin qu’Elle me les présente. J’ai mis la meilleure Bergère à mon troupeau, elle est " Pleine de grâces ", le " Refuge des pécheurs ", la " Porte du Ciel ".

    - La Sainte Vierge :

    A cause de cela, Je vous en prie, mes enfants : avant que le firmament ne tremble et que de grands tremblements de terre ne surviennent dans l’humanité, avant que petits et grands ne soient engloutis sous les décombres, pour n’avoir pas voulu accepter la parole de Dieu, venez à Moi, qui suis votre Mère. Mon Cœur maternel vous attend avec tendresse et douceur. Je vous conduirai à mon Fils. Dieu le veut ainsi. Il s’est reconnu dans l’humiliation de son Esclave, et m’a accordé de venir comme lumière du monde à cause de ce " Oui " que j’ai donné à Dieu, mon Créateur. Aussi Dieu veut que toutes les nations m’appellent " Bienheureuse ".

    Le danger qui guette l’humanité est grand. Priez, mes enfants, faites pénitence et oraison. C’est seulement ainsi que vous pourrez sauver vos âmes. Détachez-vous des choses matérielles. Chaque jour, vous avez votre esprit plus attaché au monde ! Priez pour ne pas succomber à la tentation. Tournez votre regard vers Dieu, votre Créateur qui seul pourra arrêter sa juste colère en cours. Quand arrivera son jour, ce sera terrible. Les anges tremblent en y pensant.

    Dieu veut le meilleur pour vos âmes : ne vous occupez pas tant du monde et élevez votre esprit vers Dieu votre Créateur. Venez à Moi repentis et contrits pour qu’on puisse sceller vos fronts et que le désolateur mensonger ne puisse se saisir de vos âmes. Priez tous les jours le Saint Rosaire ; confessez vos fautes et assistez au Saint Sacrifice de la Messe. Vous y verrez le renouvellement du Calvaire. Aimez-vous les uns les autres, comme mon Fils et mon Cœur maternel vous aiment. Accourez à ce lieu. Tous ceux qui y viennent seront bénis et protégés du signe de l’ennemi, si l’on accomplit ce que je demande. Toi ma fille, Je te demande d’être humble et sacrifiée pour les pécheurs.

    - Amparo :

    Je te prie pour une âme à l’agonie ; aie pitié d’elle et fais ce que Tu as promis, qu’elle ne souffre pas les peines du Purgatoire. Promets-le-moi, ma Mère.

    - La Sainte Vierge :

    Je te promets que pour cette âme, Je sortirai à sa rencontre avec les Anges, les Saints et les Bienheureux et elle sera avec nous pour les siècles des siècles.

    - Amparo :

    Merci, ma Mère du ciel, remercie aussi ton Fils.

    - La Sainte Vierge :

    Mes enfants, Je veux former un grand troupeau, mais pour cela Je vous veux pauvres, humbles et sacrifiés. Les hommes ne comprennent pas ce chemin, ni ceux qu’on appelle mes fils privilégiés, mes consacrés, car ils sont attachés au matériel et ne savent se dépouiller ni accomplir l’Evangile comme il est écrit. Qui sont-ils pour juger ce qui est agréable à Dieu ? Mon Fils seul voit la profondeur des cœurs. J’ai demandé et vous ne me donnez pas. Qu’on laisse le reste en mes mains.

    Ni laïcs ni consacrés ne comprendront cela, car ils vivent dans le matériel et oublient le spirituel. On ne vit pas de paroles ni en se frappant la poitrine mais dans le renoncement, par des œuvres, dans l’amour et l’unité. Qu’il y a peu d’endroits où existe la sainte unité que le Christ demande ! On se hait, on se méprise alors que les enfants de Dieu doivent s’aimer comme il est écrit.

    Le monde est plein de vanité et dans beaucoup de couvents on ne trouve ni la paix ni l’unité. Mais pour cela Je vous demande d’être sereins et hardis ; Je vous demande de renoncer au monde et de vous en remettre à Nous-mêmes. Ne faites pas les sourds, mes enfants, la mort peut venir comme un voleur, à quoi vous servira d’amasser des richesses si vous venez à perdre l’éternité ?

    Levez tous les objets, tous seront bénis avec des bénédictions spéciales de tous les Anges Gardiens. Je vous bénis, comme le Père vous bénit, par le Fils et avec le Saint-Esprit. Au revoir, mes enfants, au revoir.

    MENSAJE DEL DÍA 2 DE DICIEMBRE DE 1989, PRIMER SÁBADO DE MES,

    EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
     
     

         LA VIRGEN:

         Aquí estoy, hija mía, una vez más comunicándome a los hombres, aunque los hombres rechazan mis comunicaciones. Veo, hija mía, que los hombres hacen más caso al desolador y al rey de la mentira que a mis llamadas y a mis mensajes. Los hombres dicen que no es necesario manifestarme tantas veces a la Humanidad; ¡están ciegos, sordos! El mundo está lleno de crímenes, de secuestros, de envidias, de lujurias, de desamor y de tibieza, hija mía. Los corazones están tibios y, en esa tibieza, no puede llegar la gracia. Y el rey de la mentira está haciendo estragos en la Humanidad. Atrae a las almas con la mentira y con el placer, y las almas se dejan seducir por él.

         Mis almas consagradas, la mayor parte de ellas, se ocupan de las cosas del mundo y de la materia más que del espíritu. Su egoísmo y sus apegos al mundo apagan la luz de su corazón. Por eso quiere mi Hijo formar un gran Reino, donde reine la justicia, el amor y la paz.
     
     

         EL SEÑOR:

         Yo, como Hijo de María, pido que a mi Madre se la tenga en el lugar que la corresponde. Mi Padre quiso participar de todos sus dones con mi Madre, y cuando los hombres acepten que María es Madre de la divinidad de Cristo, porque mi Padre le dio a participar de todos sus dones... Por eso quiso que la divinidad de Cristo entrase dentro y se engendrase con la carne y la sangre de María, para hacerla partícipe de todas sus gracias; pero los hombres han confundido estas palabras; y cuando los hombres entiendan estas palabras, tendrán esa paz que piden y que tanto desean y que tan poco merecen.

         No es que mi Madre hiciese la divinidad, hijos míos, la divinidad estaba ya “hecha”, era increada, pero participó con su humanidad en la divinidad de Cristo.

         No quiero que dejen a mi Madre como la mujer del hombre, sino que la vean como Madre de la divinidad de Cristo; también fue Madre de lo divino, no sólo de lo humano.

         Por eso, en estos tiempos tan graves, he otorgado a mi Madre que sea la Pastora de mi rebaño, porque dentro de este rebaño aumentan los lobos. Sí, hija mía, las almas que están en el rebaño de Cristo son perseguidas por grandes lobos. Por eso la Pastora no puede dormirse, y cuidar el rebaño.

         Acudid, hijos míos, al Corazón dolorido y lleno de ternura de María y refugiaos en él, y comunicarle todas vuestras penas y vuestras alegrías, y Ella me las presentará a mí.

         He puesto en mi rebaño la mejor Pastora: la Llena de gracia, el Refugio de los pecadores y la Puerta del Cielo.
     
     

         LA VIRGEN:

         Por eso os pido, hijos míos: antes que tiemble el firmamento y grandes terremotos caigan sobre la Humanidad, y pequeños y grandes sean engullidos bajo los escombros por no haber querido aceptar la palabra de Dios, venid a mí, hijos míos, que soy vuestra Madre y mi Corazón maternal os espera con cariño y con dulzura, hijos míos. Yo os conduciré a mi Hijo. Así lo quiso Dios y se vio en la humillación de su esclava, y me otorgó venir la Luz al mundo por ese “sí” que di a Dios, mi Creador. Y por eso Dios quiere que todas las naciones me llamen “la Bienaventurada”.

         Hijos míos, el peligro que acecha a la Humanidad es grande. Orad, hijos míos, haced penitencia y oración. Sólo con oración y penitencia podréis salvar vuestras almas, hijos míos.

         Despegaos, hijos míos, de las cosas materiales. Vuestro pensamiento cada día lo tenéis más apegado al mundo. Orad, hijos míos, para no caer en tentación. Volved vuestra mirada a Dios, vuestro Creador, sólo Él podrá parar la justa ira que tiene preparada. Cuando llegue el día del Creador, será terrible, hijos míos. Cuando los ángeles piensan en este día, echan a temblar.

         Por eso Dios quiere lo mejor para vuestras almas, hijos míos. No os ocupéis tanto del mundo y elevad vuestro espíritu a Dios, vuestro Creador.

         Venid a mí arrepentidos y contritos de corazón, para que pueda sellar vuestras frentes y el desconsolador mentiroso no pueda aprovecharse de vuestras almas, hijos míos. Rezad todos los días el santo Rosario, confesad vuestras culpas y oíd al Santo Sacrificio de la Santa Misa. Ahí veréis la renovación del Calvario. Amaos unos a otros, hijos míos, como mi Hijo os amó y como mi Corazón maternal os ama.

         Acudid a este lugar. Todos los que acudáis a este lugar seréis bendecidos y protegidos —si cumplís con lo que os pido— de la señal del enemigo, hijos míos.

         Tú, hija mía, te quiero humilde y sacrificada por los pobres pecadores.
     
     

         LUZ AMPARO:

         También te pido, Madre mía, por un alma que está agonizando; ten compasión de ella y cumple lo que prometiste, que no pasaría por las penas ni los tormentos del Purgatorio. Prométemelo, Madre mía.
     
     

         LA VIRGEN:

         Te prometo, hija mía, que ese alma saldré a su encuentro con los ángeles y los santos y los bienaventurados, y estará con nosotros por los siglos de los siglos.
     
     

         LUZ AMPARO:

            ¡Gracias, Madre mía! También dale las gracias a tu Hijo.
     
     

         LA VIRGEN:

         Quiero formar un gran rebaño, hijos míos, pero para formar este gran rebaño os quiero pobres, humildes y sacrificados. Los hombres no entienden este camino, ni lo entenderán; ni aquellos mismos que se llaman hijos predilectos míos, mis consagrados, porque ellos están apegados a lo material y no saben despojarse, ni cumplen el Evangelio como está escrito. ¿Quién son para juzgar si esto es del agrado de Dios o no es del agrado de Dios? Sólo mi Hijo ve la profundidad de los corazones.

         Yo lo he pedido, hijos míos, y vosotros me lo dais. Lo demás dejadlo en mis manos.

         Ni seglares ni consagrados lo comprenderán, porque viven en la materia y se olvidan del espíritu. No se vive de palabras ni de golpes de pecho exteriores, sino de renuncia y de obras, del amor y de unidad. ¡Y en qué pocos lugares existe la unidad santa que Cristo quiere! Se odian unos a otros; se desprecian. Y los hijos de Dios tienen que amarse tal como está escrito.

         El mundo está lleno de vanidad y en muchos conventos no existe la unidad, ni la paz, hijos míos. Por eso os quiero frescos y lozanos y os pido una renuncia al mundo y una entrega de vosotros mismos a nosotros, hijos míos.

         No os hagáis los sordos, hijos míos, la muerte puede llegar como el ladrón, ¿y de qué os va a servir amontonar riquezas si os vais a perder la eternidad, hijos míos?

         Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos con bendiciones especiales de todos los ángeles custodios...

         Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.

         Adiós, hijos míos. Adiós.

     


    ← Retour (Les apparitons de Jésus)